«Tengo dos licenciaturas y estoy equiparado a un celador de colegio» en la plantilla del Ayuntamiento de Castelló, afirmó ayer el prior de la Basílica de Lledó, Josep Miquel Francés, quien defendió su continuidad de funcionario municipal un día después de que el equipo de gobierno se negara a derivar su plaza a la Iglesia, tal como exigieron el PSPV y EU.

El prior se apoyó en la argumentación que ofreció en el pleno el concejal de Personal, Juan José Pérez Macián, para justificar su vinculación con el consistorio. Así , en primer lugar, sostuvo que la Ley de Libertad Religiosa ampara su designación al instar «a los poderes públicos a facilitar la asistencia religiosa en los edificios de su dependencia». «El Ayuntamiento de Castelló, que es propietario de la Basílica de Lledó, adopta las medidas necesarias para facilitar la asistencia y el uso litúrgico, con un ermitaño y un sacerdote», explicó. Y en segundo lugar, se acogió a la tradición y subrayó que el prior de Lledó depende del erario municipal desde tiempos inmemoriales. «Me consta que los anteriores priores, desde Manuel Herrero en 1966, han cobrado del ayuntamiento», resaltó.

PSPV y EU eludieron el jueves cuestionar la vinculación entre la basílica y el ayuntamiento, que proviene del siglo XV, pero consideraron que en el actual contexto de recortes públicos es una incongruencia que un ayuntamiento mantenga el salario de un sacerdote, que en este caso asciende a los 19.000 euros anuales. La portavoz socialista, Amparo Marco, propuso destinar este dinero a programas de empleo, sociales y al transporte escolar.

Josep Miquel Francés rebatió que se encuentra en uno de los escalafones profesionales más bajos del ayuntamiento-celador- , pese a disponer, dijo, dos carreras (Historia y Periodismo). Asimismo, aseguró que percibe -1.080 euros al mes- lo mismo que el resto de curas de la diócesis de Castelló. «Los párrocos somos mileuristas», apostilló.

Por otra parte, el prior acusó a la regidora de Esquerra Unida, Carmen Carreras, de mentir por afirmar en el pleno que cobra un sobresueldo de las bodas. Al respecto, aseguró que él no se queda «un céntimo» de las celebraciones religiosas.

Celador o ermitaño

También justificó la contratación de un celador en la basílica, cuyo salario corre a cuenta de las arcas municipales, argumentando que se trata de la tradicional figura del ermitaño, que ha dispuesto la basílica desde el siglo XIV, dijo. Explicó que el nombre de celador es un título administrativo y explicó que sus funciones serán las del antiguo ermitaño, es decir, limpieza de la basílica y apoyo al prior en las celebraciones litúrgicas, «pero no tendrá que asistir a misa si no quiere, no se trata de un monaguillo». También deberá bajar la imagen de la Verge, de 25 kilos de peso. «Alguien la tiene que bajar», sostuvo. No obstante, obvió concretar si un ateo o una mujer pueden optar a esta plaza.