El concejal de Cultura, Enrique Safont; acompañado por el edil Juan Granell y por el arqueólogo municipal y director del Museu Arqueològic de Burriana, José Manuel Melchor; visitaron ayer las excavaciones en la necrópolis musulmana ubicada junto al solar de Calatrava, la más importante de cuantas se han hallado en el término municipal y cuyos trabajos dirige la arqueóloga burrianense Mónica Claramonte.

La excavación, que ha entrado en su fase final y que forma parte de los trabajos previos para la próxima construcción de una superficie comercial, ha permitido hallar hasta la fecha un total de 54 cuerpos enterrados, todos ellos en contacto directo con la tierra, sin ajuar y con la cabeza en dirección a La Meca, "con lo que no hay duda del origen musulmán de este cementerio, que con toda probabilidad es anterior a la conquista por parte del rey Jaume I, y que podríamos datar entre los siglos XII y XIII", explicó Claramonte.

La arqueóloga afirma que, si bien el Llibre del Repartiment de Jaume I cita la cesión a la Orden de Calatrava de estas tierras y menciona expresamente que lindaban con el río y con el cementerio musulmán, "hasta la fecha no sabíamos su ubicación exacta, algo que se ha podido determinar primero con las catas y posteriormente con la excavación. Lo más probable es que esta necrópolis se extienda también por debajo de la actual carretera del Grao y de la antigua nave de La Joya".

De la alquería

Los restos humanos, tanto de adultos, como de adolescentes y niños; podrían corresponder a los habitantes de la alquería existente en este lugar antes de la conquista o incluso conformar el cementerio de la antigua villa de Burriana bajo la dominación musulmana. "Es algo que habrá que estudiar con posterioridad", afirmó Claramonte, quien no descarta esta posibilidad.

Todos los esqueletos, tras ser plasmados en un dibujo antes de su posterior inhumación, serán analizados por expertos antropólogos para determinar su edad, sexo, datación más aproximada y sus características, así como las posibles enfermedades para estudiar las epidemias de la época. La acidez del terreno hace más costosos los trabajos por el mal estado de conservación de los restos que, tras su estudio, serán catalogados y custodiados en el Museu Arqueològic Municipal.