La delicada situación que atraviesa el sector pirotécnico valenciano sufre ahora una nueva vuelta de tuerca. Después de las limitaciones en el ámbito de la fabricación y el uso de artificios que supuso la entrada en vigor de la Directiva Europea de 2007 y el Reglamento de artículos pirotécnicos y cartuchería de 2010, el Gobierno central ha asestado otro duro golpe a la economía del gremio, que ve como peligra la viabilidad de las compañías con unas dimensiones más humildes.

En los últimos días, el Ejecutivo ha comunicado por escrito a las pirotecnias que, en aplicación de la normativa vigente, tienen prohibido disparar artefactos elaborados para uso propio mientras las instalaciones en las que se fabrican estos artículos no cumplan con todos y cada uno de los requisitos expuestos en la nueva reglamentación. Todo ello, para sorpresa de los empresarios, puesto que el plazo estipulado por la ley para adecuar los talleres y los almacenes expira en 2020.

Con los últimos cambios legislativos, los pirotécnicos están obligados a dotar a sus productos con el certificado CE si éstos van a ser comercializados. Para ello, los artefactos deben someterse a diferentes exámenes de calidad y seguridad que incrementan el precio de realización y, por tanto, de la venta. No obstante, las pirotecnias pueden elaborar artificios para «autoconsumo», es decir, para ser disparados por ellas mismas en «mascletades» o en castillos de fuegos artificiales. En este caso, el control es más laxo y el precio, más económico. Son los llamados productos de «uso propio», que son los que, a día de hoy, dispara la mayoría de las 30 pirotecnias valencianas.

Sin embargo, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, ha trasladado a los talleres un texto en que informa que para usar estos artificios de «uso propio» hay que adecuar los talleres, algo inasumible para el sector, que daba por hecho que disponía de margen hasta 2020.

Reyes Martí, de la pirotecnia Martí de Burriana, aseguró que reformar las instalaciones supone una «inversión enorme». «Tendríamos que cambiar vallas, sistemas de alarma, tirar casetas... y eso requiere muchos miles de euros», aseveró. Advierte de que si no pueden disparar material propio «tendremos unas fiestas de Fallas y Magdalena muy sosas, ya que este tipo de material es el que permite innovar».

En la misma línea se pronunció Carmina Baldayo, de pirotecnia Antonio Zarzoso de Altura. «Creíamos que había margen hasta el año 2020 para adaptar las instalaciones, porque requiere una inversión muy grande». Y se quejó: «Al final no se hará 'mascletades' ni castillo porque lo están prohibiendo todo».