Los años de enfrentamientos judiciales entre la asociación vecinal Castelló Sense Soroll, el ayuntamiento de la ciudad y los empresarios que regentan los locales de la zona de tascas de Castelló apenas han variado la rutina de los cientos de personas que cada fin de semana llenan las calles Barracas e Isaac Peral para iniciar la noche. El conflicto originado por el consumo de alcohol en la calle en esta zona de la ciudad, que se inició en 2007, no ha impedido que las rondas de quintos, refrescos o copas de vino continúen marcando el paso de las horas en este céntrico enclave.

Y es que, pese a que la zona fue declarada ZAS en 2010, se ha avanzado el horario de cierre de los locales e incluso durante una buena temporada se prohibió sacar a la calle bebidas en envase de cristal, las tascas siguen siendo punto de peregrinación y encuentro para numerosos vecinos y visitantes a la hora de iniciar la noche o para el aperitivo.

Empresarios y usuarios confían en que el fallo del Supremo zanje la polémica. «Las tascas aportan dinamismo a una ciudad que, con iniciativas como la puesta en marcha de la UJI, ha rejuvenecido y necesita nuevas propuestas de ocio», expresó el encargado de uno de los locales que pueblan la zona, que reconoció que «aunque en algunos momentos el proceso judicial ha afectado a las ventas, en general la gente ha seguido acudiendo». «Las tascas son un referente y se han convertido en un atractivo turístico, por lo que deberían respetar su excepcionalidad», afirmó el trabajador de otro local. «Si quitaran esto, la ciudad perdería un activo importante», apuntó un cliente.