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Cambio de ciclo

Los hijos se rebelan contra el padre

Alberto Fabra y Javier Moliner abandonan a Carlos Fabra tras ser catapultadas sus carreras políticas por el expresidente provincial

«Esta familia ha crecido contigo, se ha hecho grande contigo, has dedicado tu vida a este proyecto y has sabido siempre poner al partido por delante de todo y a Castelló como bandera». Estas alabanzas fueron las últimas que dedicó el presidente de la diputación y del PP de Castelló, Javier Moliner, a Carlos Fabra. Era el 30 de julio de 2012, cuando lo sustituyó al frente del partido. Ya existían entonces notables diferencias entre ambos, pero a partir de ahí, con Fabra fuera del poder, Moliner rompió totalmente el cordón umbilical con su padre político. En su viaje ha estado acompañado de Alberto Fabra, que desde la alcaldía de Castelló y la Generalitat se ha afanado en desembarazarse del exbarón provincial.

Alberto Fabra y Javier Moliner dejan a los pies de los caballos al extodopoderoso presidente provincial tras ser condenado a cuatro años de cárcel por fraude fiscal, e incluso prohíben a los dirigentes del partido firmar una petición de indulto a Carlos Fabra. Esta soledad contrasta con el apoyo acérrimo que los dos le trasladaron durante buena parte del proceso judicial. Lo arroparon mientras dirigió la diputación y la formación y lo dejaron a su suerte cuando abandonó su última responsabilidad, la presidencia del PP de Castelló en 2012.

También ha incidido en este viraje el endurecimiento de las líneas rojas del PP contra la corrupción. Alberto Fabra asumió la presidencia del Consell en julio de 2011, con decenas de representantes del PP implicados en diversas causas judiciales, y puso en el disparadero a todos los imputados, sin exclusión. Sin el paraguas orgánico y con la nueva dotrina de Alberto Fabra, el exmandatario provincial se quedó sin los apoyos de sus discípulos.

Su entorno habla de traición y subraya que Alberto Fabra y Javier Moliner son hijos políticos de Fabra. Moliner inició su carrera de la mano de Alberto Fabra, con el que fue aupado a la vicealcaldía de Castelló, pero Carlos Fabra lo catapultó y lo ascendió a las responsabilidades que actualmente ocupa. El exlíder provincial lo designó en 2008 su delfín en el congreso del PP provincial de Peñíscola y lo nombró adjunto a la presidencia. La tensión con Fabra por el control del partido empezó justo en ese momento. No sin dificultades y a cambio de algunas concesiones a la vieja guardia, Moliner asumió en 2011 la presidencia de la diputación. En 2012 el «reis» popular cedió el mando del PP y el nuevo líder provincial hizo tabla rasa con el pasado reciente. Una vez liberado, ha reducido a la mínima expresión los restos del «fabrismo» en la diputación y el partido.

La ruptura del padre y el hijo se evidenció de manera palmaria en el juicio del caso Fabra. La cúpula popular abandonó a su suerte a Fabra e instó a sus dirigentes a no respaldarlo con su presencia en el mismo. El expresidente estalló en noviembre al ser condenado a cuatro años por la Audiencia Provincial. Se dio de baja de militante del PP y, en su despedida como secretario general de la Cámara de Comercio, declaró: «¿Quién es Javier Moliner?, no lo conozco».

Con Alberto Fabra el conflicto no ha sido tan notorio como con Moliner, ya que desde su ámbito de actuación eludió interferir en el terreno de Carlos Fabra, tanto en el ayuntamiento, primero, como en la Generalitat después.

Pero, ahora, en su momento más delicado se ha olvidado del que fue su jefe en el PP provincial. Y al igual que el actual presidente de la diputación, su trayectoria política también se la debe en parte al expresidente. Carlos Fabra impulsó en 2005 una operación en el ayuntamiento para que José Luis Gimeno cediera la alcaldía de Castelló al ahora presidente de la Generalitat.

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