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Entrevista a Sor Lucía

"Los políticos nos engañan al decir que para salir de la crisis hay que recortar derechos"

"Hay que cambiar el sistema y dejar de vivir siendo robots sólo con tiempo para trabajar y sin vida para las familias o disfrutar el campo", dice la monja contemplativa

Sor Lucía Caram, ayer antes de su charla en Castelló. Carme Ripollés

Sor Lucía Caram, residente en Catalunya, se ha convertido en una de las líderes de opinión de la lucha por los derechos sociales y promueve iniciativas como el Grupo de Diálogo Interreligioso o la Fundación Rosa Oriol.

Algunos la califican de monja revolucionaria. ¿Se puede ser monja y luchar para cambiar el actual sistema de poderes políticos y económicos?

Yo creo que tenemos que cambiar el sistema de poder que hay en la actualidad, también las monjas. Todos tenemos que cambiar para que el poder empiece a ser un servicio.

¿Por qué cree que desde ciertos sectores se percibe la Iglesia no como un garante de los pobres, sino del actual poder establecido?

Porque creo que durante los últimos años se ha dado una situación, no en las bases, pero sí en la estructura y en la cúpula, de alejamiento de las fronteras de los más pobres. Y por eso el Papa Francisco clama una y otra vez por una Iglesia pobre y al servicio de los pobres. La iglesia nunca tendría que haberse casado con el poder, pero como todos somos humanos, muchos de los miembros se casaron con el poder e hicieron carrera. Y a todos ellos el Papa Francisco les dijo hace poco que hay que salir de los palacios e ir a la calle donde está la gente, que la Iglesia no es para escalar y hacer carrera, y que quien quiera escalar se vaya a hacer alpinismo. Y no lo digo yo, se lo dijo el Papa Francisco.

El Gobierno y ciertos sectores de poder insisten en que para salir de la crisis hay que recortar en educación y sanidad pública y perder derechos laborales. ¿Considera que realmente es la única alternativa?

Claro que no. Se está recortando por donde nunca se debería haber recortado. Se tiene que hacer un nuevo planteamiento de la economía en la que en el centro esté la persona. Y lo que se debe hacer para cambiar el sistema es primero luchar contra la corrupción, luchar contra el fraude fiscal y hacer políticas que promuevan el desarrollo de la gente y la creación de lugares de trabajo. Y que no se esté apretando tanto a las pequeñas empresas. Habría que reducir el gasto en protocolo, en dietas... Debe desaparecer el Senado para que el aparato burocrático sea menos pesado y eliminar gasto en armamento.

¿Podría ese dinero que ahora se gasta en armas ayudarnos a salir de la crisis?

Por supuesto. Primero, es una hipocresía que condenemos la guerra cuando España es una de las primeras vendedoras de armas y se está aliando con quienes hacen la guerra también. Con ese dinero se podría ayudar a crear lugares de trabajo, invertir más en educación y sanidad y garantizar que todo el mundo tenga derecho a una vivienda. Pero para ello hay que crear empleo en condiciones dignas y no las mentiras que nos venden en las estadísticas que nos da el Gobierno sobre el empleo, porque sólo sube de forma estacional y luego estamos peor. Y se están dando contratos basura con situaciones de verdadera esclavitud. Necesitamos una economía basada en el bien común.

¿Entonces los políticos que dicen que la vía son los recortes engañan a la ciudadanía?

Yo creo que sí. Aquí en España, igual que en otros lugares, el poder político se ha aliado con el dinero. Las élites económicas han alimentado este monstruo y no han cortado la corrupción. Los políticos en general, aunque no todos, se deben a los poderes macroeconómicos que los están manteniendo y que impiden que haya una democracia real. Se cierran a la elección libre de candidatos -por ejemplo a que no haya primarias abiertas- y nos están vendiendo un modelo capitalista liberal sin entrañas que ha fracasado, que favorece a unos pocos y agranda el abismo entre ricos y pobres, y expulsa a mucha gente del sistema y del mercado laboral.

¿Qué es lo que nos ha llevado a esta crisis?

El sistema montado sobre el capitalismo liberal. Nos han vendido un billete de tren hacia el abismo y lo hemos comprado. Nos dijeron que ser feliz era tener más que los otros, consumir de forma exagerada, quitarle al de al lado, destrozar el medio ambiente del planeta y poner el dinero por delante de las personas. Y ahora ese tren ha descarrilado porque el sistema no da para más. Y los políticos y los grandes poderes macroeconómicos están intentando encarrilar de nuevo este tren que va hacia el abismo. Pero lo que ha pasado es que la ciudadanía nos hemos despertado; hemos visto el paisaje a nuestro alrededor y que hay otras alternativas de vida mejores. El sistema basado en el capitalismo liberal y el dinero por definición no tiene entrañas.

¿Se ha antepuesto la prima de riesgo a las personas?

Sí, y eso nos está haciendo sufrir. Se está anteponiendo cumplir unos compromisos con el Banco Europeo y pagar una deuda que creo que hay que revisar, porque nos está impidiendo salvar a las personas.

¿Qué alternativas reales hay para salir de la crisis?

La primera, promover la cooperación y la solidaridad en lugar de la competencia sin entrañas. Cooperativas, redes de ayuda mutua, comunidades sostenibles... Hay ejemplos que demuestran que podemos vivir sin ese sistema y recuperando nuestras vidas, sin seguir siendo robots con unos horarios de trabajo de esclavitud que no dan tiempo para estar con las familias o disfrutar del campo. Hay que tener un trabajo digno, pero no vivir para trabajar como ahora le sucede a la mayoría.

¿Qué cree que diría Jesús sobre los intereses de las hipotecas a 30 años para tener una casa, o los desahucios?

Yo creo que lo que Jesús haría hoy es lo que hizo en su tiempo. El entró en el templo y sacó el látigo para decirle a los mercaderes que habían convertido la casa de su padre en una cueva de bandidos. Y hoy Jesús volvería a sacar el látigo y parar este sistema. Y creo que instauraría la revolución de la bondad y la ternura promoviendo la justicia social, porque es precisamente el mensaje que ya en su tiempo vino a dar a este mundo.

¿Qué cuatro cosas cambiaría de la forma de hacer política para mejorar las cosas?

La primera, entender que el poder es un servicio. Segundo, que el bien común está por encima del bien particular y que los políticos bajen a la plaza donde está la gente y aprendan a escuchar.

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