Dos barreras de plástico naranja de apenas medio metro de altura, un par de guantes y un espacio de metro y medio de seguridad entre enfermos y personal sanitario, tan fácil de superar como dar un simple salto... Es la volátil frontera que cada día separa la vida y la muerte para voluntarios como Enrique Villoslada, un enfermero y estudiante de Medicina en Castelló que en agosto viajó con Cruz Roja y Médicos Sin Fronteras a Sierra Leona (Kenema) para atender a enfermos de ébola.

Este valenciano que estudia en la Universitat Cardenal Herrera-CEU de Castelló prefiere que le llamen Kike e intenta restar heroísmo a su labor al asegurar que no hay riesgo de contagio si se siguen los protocolos. Su labor: recibir cara a cara a posibles enfermos de ébola, analizar sus síntomas y en caso positivo tomarles una muestra de sangre para confirmar la infección e iniciar un tratamiento.

Es lo que en la jerga médica se conoce como unidad de «triaje», y en ella ni los enfermeros ni los médicos portan traje de protección. Deben confiar únicamente en la eficacia de los protocolos y en su seguimiento por parte de los enfermos: no tocar, no traspasar el espacio de seguridad, entregar el termómetro al paciente y recogerlo con guantes que después deberán ser lavados con cloro, no tocar ni siquiera a los compañeros de trabajo sanitarios.

A pesar de la seguridad de sus palabras, Kike admite que en algunos momentos el miedo sí le invade, pero forma parte de la labor humanitaria. «Siempre tienes algo de miedo, pero siguiendo los protocolos no hay riesgo de contagio, y lo que me mueve es el deseo de ayudar a la gente para parar esta epidemia. Hay que pararla, porque quiero pensar que a nosotros también vendrían a ayudarnos. El ébola no se transmite por el aire, sólo por contacto directo con fluidos corporales o por comer carne en mal estado de ciertos animales como el antílope, el mono o el murciélago de la fruta. Da respeto porque nadie quiere infectarse. Y hay gente que decide no ir porque desconoce cómo funciona la enfermedad o tiene miedo de contagiarse, que es perfectamente entendible. Pero con Cruz Roja mantenemos todos los protocolos posibles».

Villoslada forma parte de una Unidad de Respuesta a Emergencia (ERU) de Cruz Roja y está preparado para salir como voluntario en situaciones de emergencia. No era la primera vez, ya que en 2010 participó en la atención a las víctimas del terremoto de Chile. Pese a ello, admite que vivir con continuas precauciones de aislamiento no siempre resulta sencillo. «Vivimos aislados, lejos de la ciudad, y no podemos tocar a ninguna persona, ni siquiera entre nosotros. No podemos darnos dos besos, ni abrazos, y eso para los españoles nos resulta un poco raro porque estamos acostumbrados a tener mucho contacto. Pero es muy importante seguir los protocolos.

No en vano, este alumno de medicina es consciente de que el mínimo descuido se paga. El último ejemplo se constató el pasado miércoles, cuando Médicos Sin Fronteras informó de que una voluntaria francesa de su equipo en Liberia había contraído el ébola y había sido desplazada de urgencia a un hospital de Francia.

Supervivencia

Una vez infectado, no aún existe cura médica conocida para el ébola y la vida del paciente únicamente depende de que su sistema inmunológico sea capaz de vencer a la enfermedad con ayuda sanitaria y tratamientos paliativos de respaldo a las funciones del organismo. Estadísticamente, sólo sobrevive un 40% de los afectados que recibe asistencia médica. En cuanto a posibles vacunas, todavía no se ha logrado desarrollar una fórmula eficaz, aunque el último brote ha espoleado a varios laboratorios estadounidenses para acelerar la investigación y lograr un prototipo de vacuna en los próximos meses.

Mientras tanto, el ébola ha acabado con la vida de más de 2.500 personas en África Occidental y sigue avanzando su brote más grave desde que se conociera la enfermedad en 1976. Pese al temor que suscita, Kike, que ya ha superado la cuarentena de 21 días en los que se puede incubar la enfermedad, asegura que está dispuesto a regresar como voluntario y aportar su solidaridad para frenar esta epidemia inédita.