La euforia es un estado de ánimo que, si se descontrola, puede llegar a alejarte de la realidad. El Valencia se presentó en Riazor armado con tantos méritos que se permitió la frivolidad de sacar la calculadora y especular con hipotéticos lideratos futuros, obviando lemas muy aburridos pero tan necesarios como el «partido a partido». Un Deportivo colista y que no había ganado aún en Riazor se impuso a un Valencia que ya no es invicto, en un duelo tocado de infortunio desde la baja de Alves en el calentamiento y condicionado por errores puntuales. El 3-0 , y la imagen ofrecida, son lo suficientemente contundentes para calmar las expectativas, relajar el discurso y volver a intentarlo con la misma determinación y acierto mostrados hasta la fecha. Una derrota en ocho partidos no reviste gravedad, pero sí es un aviso a tiempo: el baño de humildad que todo equipo con aspiraciones necesita.

André Gomes era la viga maestra en la que se sustentaba el arranque del Valencia. Huérfanos del joven interior portugués, el juego perdió personalidad, se quedó sin la pieza clave que conecta todas las demás, la del desborde de Rodrigo y los desmarques mortales de Paco Alcácer. Su sustituto, Filipe Augusto, no acabó de ubicarse, como el resto de sus compañeros, que se pasaron la primera parte no sólo buscando un líder, sino también tratando de interrumpir la salida en tromba de un Deportivo sin más secretos que la motivación por su desesperada situación clasificatoria. Las conducciones rápidas de Fariña, las individualidades de Cuenca y el pundonor de Cavaleiro eran suficientes para que el juego se volcara sobre el área del debutante Yoel.

El Deportivo decantó la balanza en dos zarpazos casi seguidos, defendidos con tibieza. Con Joel algo aturdido por un golpe en el ojo tras sacar una excelente manopla a golpe franco de Medunjanin, Mustafi rechazó hacia dentro un saque de esquina, despejado con dificultades por Gayà sobre la línea de gol. Estrada Fernández, ante la celebración de los locales, dio validez a un tanto sin un juicio definitivo con las repeticiones televisivas. El segundo tanto fue de una simpleza colosal. Saque en largo de Fabricio, Cavaleiro gana el salto a un Mustafi que veía de cara el balón y Lucas Pérez aprovecha la prolongación para marcar de gran disparo cruzado.

Entraron las prisas en la segunda mitad. Nuno dio entrada tras el descanso a Carles Gil y Feghouli, que mejoraron el pulso del Valencia que abrió el campo y empezó a contar con ocasiones. Rodrigo no culminó una buena acción de Carles Gil, que había dejado sentado a Wilk, y Alcácer envió al poste un envío de Barragán. Con el equipo volcado para reducir distancias, Toché concretó ante Joel el contragolpe de un 3-0 que humaniza al Valencia.