La capacidad de transmitir de la bailarina Nazareth Panadero (Madrid, 1955) y el riesgo y la innovación del coreógrafo y bailarín Daniel Abreu (Santa Cruz de Tenerife, 1976) merecieron ayer los Premios Nacionales de Danza, que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

El jurado de los galardones, dotados con 30.000 euros cada uno, ha considerado, por mayoría, que Panadero merece el premio en la modalidad de interpretación por ser «uno de los máximos exponentes de la danza-teatro» con «magistrales» interpretaciones como Café Müller, Nelken o La consagración de la primavera y su capacidad de transmitir la herencia de Pina Bausch.

A Abreu el jurado, también por mayoría, le ha otorgado el premio por ser «dueño de un lenguaje personal y por la creación de un universo propio sustentado en un código original, innovador y arriesgado», que se evidencia a lo largo de diez años en creaciones como Ojos de pez, Perro, Animal, Silencio y Mucho tiempo, muchas cosas.

El bailarín y coreógrafo se confesó ayer «emocionado». «Cuando me han llamado del Ministerio he pensado '¿qué quieren ahora?' y cuando me lo han dicho me he puesto a temblar», relató el artista, que está seguro de que la dotación del premio le permitirá «trabajar a partir de ahora de una forma muy cómoda».

Los dos últimos años, revela, la crisis y la falta de medios han hecho que «la toalla estuviera más tiempo en el suelo que donde tenía que estar. Este reconocimiento a que no la hayamos tirado definitivamente, al esfuerzo y al talento de una compañía, me emociona tremendamente».