El Real Unión dio anoche en Castalia un paso de gigante hacia la conquista de la Copa Federación. En el minuto 88, el cuadro visitante castigó un error defensivo del albinegro Yagüe para marcar el único tanto del partido. El rebote que coronó la acción, el desvío de Javi Selvas hacia su propia portería, rubricó la sensación de desdicha del Castellón, que firmó un generos

o desgaste sin premio que le condena al milagro en la vuelta. Deberá voltear el 0-1 de ayer en Irún, el próximo jueves, si desea levantar la Copa de los modestos.

Castalia se puso guapo para medir en bravo duelo a dos históricos del fútbol español que son, a su vez y ahora en sus Ligas, lejos de sus días de gloria, dos segundos clasificados. El Castellón persigue la estela del líder Atlético Levante en el grupo VI de Tercera División, y el Real Unión compite al acecho del Huesca en el II de Segunda División B. El mérito de los albinegros radicó en conseguir que no se notara la diferencia. El escalón de categoría lo allanó el equipo de Calderé (intenso, bien armado, competitivo) con la ayuda del escenario (Castalia destiló aroma a fútbol añejo) y del contenido (la afición late en blanco y negro en unos meses de arrebatador enamoramiento).

Enfrente, el Real Unión Club de Irún sostuvo el pulso con profesionalidad y sin grandes aspavientos. Demostró también el porqué de su notable campaña. Desde el físico y el orden, arraigó donde otros hubieran sido arrastrados por la fuerza. Resistió y, pese a que el dominio general fue de los locales, las ocasiones se repartieron. El primer aviso lo protagonizó Borja Gracia, aplicadísimo en la plaza de lateral diestro, al cazar a la media vuelta un balón suelto en un córner. Desde la esquina, asimismo, replicó el conjunto vasco: Álex Ruiz despejó un cabeceo picado de Arzamendi.

Con el paso de los minutos, el Castellón se adueñó de la pelota. La movilidad de Canadell, bien escoltado en el medio por Gaby y Miki Martínez, activó a Pruden y Omar Monterde, de costado en costado, y el cuadro de Calderé rozó el gol pasado el ecuador del primer acto, en una acción que resumió ese tramo de inspiración y empuje. La jugada pasó por Canadell y Pruden antes de que Yagüe rematara sin ángulo a la madera. El rechace, con todo a favor en el balcón del área pequeña, lo reventó Omar ligeramente desviado.

El Real Unión se sacudió las heridas y braceó hasta el descanso. La segunda mitad comenzó tibia, sin más oleaje que un par de arrancadas imprecisas de Omar Monterde. Fue Omar precisamente el primer sustituido. Lo relevó Rubén Suárez, espoleado con vítores desde la grada. El pulso se mantenía a duras penas, con las piernas pesando y los espacios abriéndose con peligro.

A la hora de la verdad, fue más solvente el Real Unión, que avisó en el 65 con un tiro lejano de Morcillo, al que respondió con el pie en escorzo Álex Ruiz, y el fútbol fue injusto con el Castellón y con Calderé, que ayer sí dosificó los cambios con prudencia. Cuando movió el banquillo para encarar la recta final, las lesiones machacaron sus planes. Al quedar Pablo Suárez fuera de concurso, hubo de dar carrete a Adrià Gallego y cambiar de banda a Borja Gracia. Cuando gastó la última carta con la entrada de Meseguer, Gaby se arrastró entre calambres, achatando la ofensiva, abriendo la rendija a la desgracia.

Porque en la lesión de Gaby en el 85 empezó a ganar el partido el Real Unión, que había volcado a sus hombres de refresco hacia el flanco diestro del ataque. Ahí se retrasó Yagüe cuando los músculos de Gaby dijeron basta, y ahí nació la acción del 0-1. Yagüe perdió un balón en zona defensiva, y el robo visitante desarboló a la zaga local a contrapié. Galán pisó área y su disparo lo desvió a gol Javi Selvas. Era el minuto 88. Fue el golpe definitivo al partido. Final todavía queda.