Los químicos de la Universitat Jaume I de Castelló se manifestaron ayer contra el uso de armas químicas y exigieron en un comunicado el compromiso de la comunidad internacional para erradicar este armamento de destrucción masiva.

El portavoz encargado de difundir el mensaje fue el catedrático Santiago Luis, director de la división de Química y Medio Ambiente de la Federación de Sociedades Químicas Europeas.

Luis recordó que el 22 de abril de 1915 en Ieper, Bélgica, se usaron por primera vez armas químicas a gran escala. A pesar de que han estado presentes durante muchos siglos, como por ejemplo en forma de flechas con veneno, humo de arsénico o alquitrán hirviendo, su uso nunca había causado tanto sufrimiento y devastación como en la Primera Guerra Mundial, donde armas como por ejemplo el cloro gaseoso y el gas mostaza se estima que provocaron 90.000 muertos y más de un millón de heridos.

El catedrático de la UJI trasladó el mensaje del presidente de la Asociación Europea de Ciencias Químicas y Moleculares (EuCheMS), David Cuelo-Hamilton, que asistirá a la conmemoración de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW) el 21 de abril de 2015: «Los químicos tenemos la capacidad de crear, controlar o desactivar armas químicas, de tal manera que EuCheMs, en representación de 160.000 químicos de Europa y de fuera, se alinea con todas las personas con tino a la hora de condenar las armas químicas y exige la eliminación total en todos los países».

EuCheMS exige la movilización ética de todos los químicos, tanto del mundo académico como industrial, para fomentar el pensamiento crítico, para actuar de manera ética y para informar adecuadamente a quienes no son químicos sobre las virtudes, pero también sobre los peligros de la química. En resumen, EuCheMS aboga por una ciencia responsable.

Los químicos de la universidad castellonense hicieron hincapié en que, como químicos y como personas, «no tenemos que olvidar todo el sufrimiento que todavía provocan las armas no químicas; aprendamos del ejemplo de la química, que nos muestra que los usos de la ciencia tienen que someterse a consideraciones éticas y ponerse al servicio del bien común».

En este sentido, añadieron que la memoria colectiva «es una parte capital de nuestra identidad, y el 22 de abril de 1915 es una fecha que todos los químicos tendrían que recordar, como símbolo de conducta que no habría que repetir nunca, como contraejemplo de aquello que tendría que ser la ciencia: ciencia responsable. «La historia ha demostrado siempre que, como en cada ciencia, la química es una actividad ilimitada que puede aplicarse con finalidades positivas o negativas».