Alfonso Bataller deja a sus espaldas una gestión discreta, no tanto por su talante, cercano con el vecinos, sino por la ausencia de logros municipales de envergadura que, en cualquier caso, le han sobrevenido por la falta de recursos económicos de todos estos años debido a la complicada legislatura.

El «café con el alcalde» con el que bombardeó los últimos meses previos a las elecciones intentó transmitir la imagen de un primer edil cercano a los ciudadanos. Bataller no dudó en fotografiarse con los vecinos en cualquier acto festivo, deportivo, cultural o social. Ahí se movía sin duda como pez en el agua, pero más allá del retrato para la prensa y los boletines, a nivel municipal no hay hechos de gran relevancia y los pocos que sí aparecen, son de gran contestación popular.

Aquí nos encontramos con s dos actuaciones emblema: la remodelación de las pistas de Gaetà Huguet, muy positiva para la ciudad, y el polémico Tram, ampliamente criticado por su excesivo coste y aún con procedimientos judiciales a sus espaldas por atravesar el parque Ribalta. Quedó en el camino la llegada del AVE, que sigue sin cuajar. Junto a ello, el deporte ha sido pieza básica de la gestión de Bataller, que ha apostado por rentabilizar para el turismo cualquier prueba deportiva, con el maratón como emblema.