De jóvenes algunas de las madres cuyos hijos habitan hoy las tiendas de los campings también anduvimos por los escenarios del Arenal Sound. Eran otros escenarios, eran otros festivales y nunca pensamos que nuestros padres estuvieran preocupados por nosotras: pensábamos que éramos responsables, que sabíamos lo que hacíamos, que sabíamos decir que no. Ahora, como madres, buscamos en el móvil la última hora en que nuestros hijos se ha conectado para saber que están bien? y esta que les cuenta, vive a 20 metros del Festival? ¿Cómo se sentirá una madre de Madrid?¿...o de Zaragoza? A las 7 de la mañana me he ido a trabajar y cómo todavía no han vuelto a casa, confío que me enviarán un whatsapp que me dira á que se van a dormir o, si ya no puedo esperar más, se lo enviaré yo preguntándoles si aún están despiertos... Ya sabemos que la llamada telefónica es imposible?. Son 50.000 almas enviando a sus madres en un «mensaje inmediato» que se van a acostar? que no siempre es sinónimo de dormir.

Este festival, como tantos otros, donde nuestros jóvenes están hacinados en un improvisado camping, son el germen de nuevas amistades para toda la vida, del ligoteo, del coqueteo con el alcohol, de sucesos incontables a los padres, de dormir poco y mal: es, en fin, la aventura del verano? Se podría decir que son para nuestros menores como el rito iniciático del siglo XXI, el tránsito hacia la mayoría de edad. Por otro lado, para las madres que los vemos salir de casa, el festival es el motivo de preocupación durante esa semana, tengan 16 o 20 años, y es que para nosotras la edad legal no cuenta. Así, las madres de los 'sounders 'confiamos que lo pasen bien y que disfruten, pero el festival para nosotras no finalizará hasta que vuelvan a casa y duerman en su cama toda una noche seguida.