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Patim, 30 años al servicio de los drogodependientes

La entidad radicada en Castelló, que ha atendido a unas 9.000 personas adictas a las drogas, el alcohol o el juego, puede presumir de ser consultora de la ONU

Patim dispone de varios recursos asistenciales para personas con problemas de adicciones.Los internos del centro Los Granados acuden voluntariamente a rehabilitación.En la residencia, los enfermos reciben formación y talleres como parte de su tratamiento.Francisco López y Segarra, en una imagen de archivo.

Cuando se habla de asistencia a personas con adicciones en Castelló, se habla de Patim. La organización sin ánimo de lucro que fundó Francisco López y Segarra en 1985 es toda una institución en materia de drogodependencia, y lo es porque ha sabido dar respuesta a quienes lo han necesitado. La entidad aborda el problema de las adicciones en todas sus vertientes: desde la prevención, hasta la asistencia integral -en su centro de día del paseo Ribalta o en la residencia terapéutico Los Granados-, pasando por el asesoramiento legal y la integración laboral.

En la década de los 80, López y Segarra se dio cuenta de que hacía falta un cambio de perspectiva en el tratamiento de las adicciones. Según relata, en aquella época el método de desintoxicación consistía en el trabajo físico, «los ponían a cuidar vacas y cerdos», lamenta. Pero el trasfondo del problema era psicológico: «la persona adicta tiene que cambiar de actitud hacia la vida y hacia sí misma porque intenta huir, escapar de las obligaciones», dice el fundador de Patim, quien subraya que el problema no es la droga, sino lo que esconde. «A menudo son personas que se sienten menospreciadas, inadaptadas, con baja autoestima», destaca López y Segarra.

En treinta años el panorama de las adicciones ha cambiado mucho. Durante un tiempo, la cocaína -la droga más consumida después del cannabis- resultó ser «el complemento para la explotación laboral», dice el experto, quien asegura que en las fábricas se usaba para aguantar los turnos de trabajo. En época de expansión económica «entran las drogas en las bandejas de los canapés y del champán francés» rompiendo la barrera de las clases sociales. Ya en la actualidad, con la crisis, «reaparece la heroína y se culmina la banalización del consumo de drogas» porque en las familias ya hay varias generaciones que las tomaron, explica López y Segarra.

En este escenario Patim sigue siendo necesaria, no sólo para el tratamiento de la drogodependencia, sino también para las adicciones no tóxicas, como la ludopatía. A pesar de los recortes de las subvenciones en los últimos años, ha sabido mantenerse a flote reduciendo su dependencia de las administraciones públicas y acrecentando sus fondos propios a través de socios, donaciones y actividades, que suponen el 51 por ciento de los ingresos. Con unas 9.000 personas atendidas, la oenegé se ha convertido en un referente nacional e, incluso, ha extendido su influencia fuera de nuestras fronteras como consultora de la ONU en materia de adicciones.

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