Si Madrid tiene la calle Serrano; Nueva York, la Quinta Avenida; y Los Ángeles, su Rodeo Drive, Castelló -salvando las distancias- tiene la calle Alloza. Este estrecho vial semipeatonal concentra decenas de establecimientos que hacen las delicias de los clientes más exigentes. Aquí, a diferencia de las calles paralelas -Enmedio y Mayor- no hay tiendas de ropa, hay boutiques de moda. Los comerciantes saben sacar partido a los pequeños escaparates y resumen la esencia de su negocio en uno o dos maniquíes convenientemente ataviados. Quien busque un vestido de firma para una fiesta o un regalo original para un bebé es probable que lo encuentre en la calle Alloza. Eso sí, los precios en algunas de estas tiendas no son aptos para todos los bolsillos. La decoración cuidada de los negocios, la limpieza de las aceras y las jardineras siempre florecidas proporcionan cierto aire señorial a la calle y ofrecen un paseo agradable al viandante. Un concurrido vinobar, una floristería moderna e, incluso, un tanatorio completan la oferta de la calle donde reina el sector textil.

Pero ni siquiera Alloza ha resistido los envites de la crisis. Prueba de ello, es la docena de locales vacíos que buscan dueño. Donde antes había una cafetería o una tienda, ahora el polvo cubre las cristaleras en las que se anuncia la venta o el alquiler del inmueble. Los precios del arrendamiento en esta calle privilegiada para el comercio superan los mil euros al mes.