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Escuela de alcaldes

Los seis alcaldes democráticos de Castelló cursaron el bachillerato en el centro público de la avenida del Rei

El cuadro del pintor César Díaz Naya, con los cinco alcaldes de la democracia, a los que cabría añadir la recién nombrada alcaldesa Amparo Marco, es un compendio de todo lo que ha significado el IES Ribalta para la sociedad castellonense a lo largo de sus muchos años de historia.

He esperado a las recientes elecciones municipales y la proclamación de los nuevos alcaldes para escribir estas líneas, pero mirándolo bien no era necesario porque los candidatos de los dos grandes partidos cumplían el principio que voy a enunciar: desde la muerte del gran dictador -que este año hace los cuarenta de su fallecimiento, a partir de las primeras elecciones municipales el 1979, todos los alcaldes de Castelló y evidentemente la nueva alcaldesa Amparo Marco, todos han estudiado el bachillerato en un centro de enseñanza pública: el IES F. Ribalta de la capital. Cinco alcaldes y una alcaldesa.

El primer alcalde fue Antonio Tirado Jiménez (alumno de bachiller desde 1958 al 1965); el segundo, Daniel Gozalbo Bellés ( durante los mismos años), los dos del PSOE, compañeros de curso y aula igual que el autor de este escrito; el tercero fue José Luís Gimeno Ferrer (desde 1952 a 1959); el cuarto Alberto Fabra Part (desde 1978 al 1982, por los nuevos planes de estudios) por cierto, alumno mío en aquellas aulas, que ha llegado a ser presidente del Consell de la Generalitat Valenciana; el quinto J. Alfonso Bataller Vicent ( desde 1970 a 1976), los tres del Partido Popular; mientras que la más reciente, Amparo Marco Gual (desde 1982 al 1986) perteneciente al PSOE, ha sido la primera alcaldesa de la historia política de Castelló.

No queremos hacer ningún comentario sobre la vida académica en aquel centro, lo que nos interesa es realzar el hecho común de que todos ellos y ella han estudiado en un centro de enseñanza pública y eso es un valor que hemos de considerar de manera positiva porque la enseñanza en un centro público ha permitido que pudieran salir personas de diferente ideología política, recogiendo la diversidad de la sociedad que les rodea. Este es uno de los valores más importantes de la enseñanza pública, el hecho de que no tenga un ideario concreto, porque en el Estado caben todas las ideologías democráticas, sin que ninguna prevalezca sobre las otras. De tal manera que en el transcurso de los años de bachillerato los alumnos han podido llegar a tener buenos profesores o no tan buenos, profesores que al impartir las clases pudieran dejar ver sin darse cuenta premeditadamente unas u otras ideas (libertad de cátedra), con la ventaja de que al pasar a otro curso también pudieran cambiar los profesores de las diferentes asignaturas, o ¿ no recordamos como alumnos, cuando el primer día de curso, el tutor nos leía el cuadro de profesores y a cada nombre nos alegrábamos o nos preocupábamos tanto más por todo lo que se nos venía encima? Sin darnos cuenta, el susto de aquel primer día del curso era en realidad la garantía de que íbamos a poder recibir una formación diferente, un método distinto, con una mayor o menor dificultad a la hora de superar los exámenes. También una manera de entender la libertad y la disciplina basada en la igualdad. Todo, durante siete cursos de bachillerato o cuatro en los planes siguientes. Si cada curso lo multiplicamos por ocho o diez asignaturas nos daremos cuenta de las inmensas posibilidades en la diversidad del ideario del Estado.

También es sintomático que la primera alcaldesa de la historia política de Castelló se haya formado en un centro de enseñanza pública, un valor añadido a la propia diversidad ideológica, desde la coeducación en un centro público en tiempos democráticos, con el esfuerzo personal en su propio partido, sin ninguna catapulta familiar.

En los centros privados, en general, su ideario particular es el que determina la vida académica, la razón de su existencia, de tal modo que los padres eligen estos centros para sus hijos por las formas de enseñar, por las maneras desarrollar el contenido de las materias, por el concepto particular de disciplina y libertad, porque saben que al final sus hijos saldrán con un carácter y una formación que conviene a sus expectativas sociales, pero por otra parte también sabemos que la mayoría saldrán encorsetados en una manera de entender la vida. Todos hemos oído en las conversaciones de temas educativos, que la formación religiosa de los Seminarios católicos imprime carácter, que por más que cambien de centro de estudios o pase el tiempo siempre sale a relucir -cuando menos se espera- la huella de aquella antigua formación, algo que se lleva dentro y no se puede obviar fácilmente. ¿Verdad que lo recordamos? Igual pasa en los colegios privados laicos. ¿Podría existir aquella diversidad política a partir de la formación en centros privados de Castelló o de España?

Posiblemente podrán haber otros ejemplos en un sentido diferente, pero en Castelló, en nuestra tierra, los hechos, sin premeditación, han ocurrido así. Podemos argumentar el prestigio del IES F. Ribalta, o que durante años sólo hubiera un centro público de bachillerato en la ciudad, pero siempre ha habido centros religiosos masculinos y femeninos en Castelló y provincia, así como la posibilidad de estudiar en Valencia. Pero la realidad obstinada es que desde que se ha implantado la democracia, la sociedad de Castelló cuando ha tenido que elegir a los políticos para dirigir el gobierno de la ciudad, sean de un partido o de otro, siempre lo ha hecho con personas que han estudiado el bachillerato en un centro público.

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