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Sant Pau, el rey de las tapas en Castelló

El establecimiento ubicado junto al Camí Serradal ofrece todo tipo de platos clásicos, como callos, sepia, caracoles o chipirones, a precios asequibles

Sant Pau, el rey de las tapas en Castelló

A las diez de la mañana de un día cualquiera entre semana la terraza y el salón están abarrotados. No es de extrañar la gran afluencia de clientes si se tiene en cuenta la variedad y calidad de los platos que allí se dispensan. El Sant Pau Playa -como lo llaman para distinguirlo del que hay en el polígono La Magdalena- es famoso por sus carnes a la brasa y, sobre todo, por sus tapas. El abanico de opciones culinarias es muy amplio y entra por el ojo nada más poner un pie en el restaurante. A mano izquierda, junto a la barra, se despliega un escaparate de varios metros sobre el que reposan humeantes decenas de platos recién guisados. Los pescaditos fritos, la sepia rebozada y los chopitos, junto a otros frutos del mar, ocupan un extremo del mostrador; al otro, se disponen varios platos de casquería, como callos y oreja con su típica salsa rojiza para mojar pan, y otros guisos con carne, entre los que destacan las albóndigas, el magro con tomate o el conejo al ajillo.

Los aromas que desprenden y el delicioso aspecto que presentan hace que los comensales no puedan elegir sólo una tapa. De hecho, ¿por qué elegir una sola cuando puedes pedir tres o cuatro, las que quepan en un plato, por sólo 5,50 euros? De esta manera, por un precio asequible que también incluye la bebida y el café, los parroquianos del Sant Pau almuerzan hasta quedar saciados. Igual de variada que la carta es la clientela. Los vecinos de la Marjaleria y del Grao son los que más abundan, jubilados y trabajadores abarrotan las decenas de mesas del local. Pero también es habitual ver a grupos de jóvenes que se reúnen los fines de semana para compartir almuerzo. El emplazamiento del restaurante, junto al Camí Serradal, propicia además la llegada de fieles de Benicàssim que acuden religiosamente a su cita con Sant Pau.

Otro clásico del establecimiento son las brasas. Chuletas, longanizas, butifarras, morcillas, chorizos, panceta... Servidos en plato o en bocadillo, hacen las delicias de los comensales. Para un almuerzo más light, se puede pedir también revuelto de setas, verduras a la plancha y tortillas variadas.

El local tiene un aire sencillo. Mesas y sillas de madera dispuestas en un salón espacioso de cuyas paredes cuelgan cuadros tradicionales y alguna cabeza de venado. Una tragaperras y estantes con botellas de vino completan el espacio en el que cada día almuerzan centenares de personas.

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