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La infamia

Tardó poco el club, una vez consumado el doble fracaso de la promoción de ascenso, en decir que se había equivocado. Han pasado más de dos meses y el paisaje no ha cambiado mucho: el equipo se parte, a Rubén Suárez lo alejas del área y a la afición la echas de Castalia con precios fuera de mercado. Me alegra, eso sí, saber que no se ha perdido el sentido del humor. Comentó Calderé tras ganar en Ibi que el equipo sufre cuando pierde el control. Yo pensaba que jugar con un solo centrocampista era jugar a perder el control. También felicitó el míster a su segundo, Descarga, a colación del gol de la victoria, por su trabajo en las jugadas de estrategia. Luego ves el vídeo y es un puto balón a la olla.

Genios.

Un puto (y bendito, dicho sea de paso) balón a la olla.

Hasta la fecha, el propósito de enmienda del Castellón se reduce a dos faltas. La recurrente falta de gol (como si tres goles no debieran ser suficientes para eliminar al Haro) y la falta de físico (hipotecando minutos de antemano con Selvas y Fito como antídoto curioso). Por aquí, en cambio, somos más de pensar que faltaron otras cosas. Faltó control táctico, del que llegan ahora noticias similares en cuanto a pobre preparación; y faltó sobre todo control emocional. El Castellón fue en promoción un equipo alteradito, consumido por los nervios, las presiones y las broncas internas, en un estado extremo de tensión enrarecida que prendió el presidente y avivó el entrenador. Y en esa hoguera del sinsentido seguimos revolviéndonos, con angustias, dudas y desconfianzas.

Pese a todo, aunque todavía duela, agitamos el domingo el puño con el gol de Guille, porque una cosa no quita la otra. Sin embargo, a diferencia de otros años, no tengo tan claro que la pelota vaya a salvar a nadie, que los resultados vayan a calmar el descontento. Cruz, experto en supervivencia, afronta su reto más complicado, y estamos hablando de alguien que casi baja al Castellón a Preferente. La exigencia económica de este año, con los pagos del concurso y la generosa masa salarial, obliga a la vigilancia. Lo dicta la experiencia. Todos han capeado temporales en Castalia hasta que llegaron los impagos. Y esa es una posibilidad plausible, tristemente, esta temporada.

La vida es una lucha constante contra la alienación y el acomodamiento. Lo peor de la miseria es que nos estamos acostumbrando. Son cinco temporadas en la Tercera que en realidad es Cuarta. Ya no suena extraño jugar contra el Jove Español. Ya no suena extraño tener un propietario que no paga por sus acciones. Ya no suena extraña la chapuza constante. Ya no suena extraño cualquier agravio que te cuenten, sencillamente hemos superado el umbral de la sorpresa. Y frente a eso hay que rebelarse. Hace tiempo que pasó la alegría del por lo menos seguimos vivos. Son cinco años, insisto, parcheando curvas y esquivando soluciones duraderas. Hay que rebelarse, porque cuando uno deja que la mierda forme parte de su rutina se convierte en esa misma mierda. Una cosa es asumir una militancia perenne e indestructible, honor ahí siempre, y otra permitir que la aprovechen para perpetuar la infamia esta.

P.D.: «La lealtad es importante y normalmente dolorosa. Algún día quizá encuentres causas para preguntarte cuál es el límite del dolor que experimentas y averiguarás que no hay ningún límite. El dolor es infatigable». True Detective, segunda temporada.

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