Segorbe se sumió ayer de lleno en la celebración de uno de sus días grandes, el día de la Esperanza, en el que miles de segorbinos salieron a la calle para rendir tributo a su Virgen y al manantial que palia su sed. La celebración de la ancestral romería al paraje de la Esperanza marca el centro de esta fiesta que comenzó ayer, a primera hora, con la ofrenda de flores a la Virgen en la plaza del Almudín.

A las nueve de la mañana, Ana Torres y Zara Soler, acompañadas de sus cortes de honor, honraron con flores a la Virgen embarazada en la fachada del Sindicato de Riegos para acudir, posteriormente, a uno de los momentos más esperados por los segorbinos, la partida de la romería.

La plaza del Agua Limpia congregó a cientos de vecinos que acudieron hasta las puertas del ayuntamiento para recibir, de manos de las reinas y las cortes, el regalo que el consistorio realiza a los romeros el día de la Esperanza. Esta edición, de nuevo fue una pulsera de las fiestas el obsequio que se repartió. A continuación, más de una treintena de monturas, carros y carretas, así como cientos de personas a pie partieron hacia el paraje, situado a unos tres kilómetros de la localidad.

Pañuelo verde al cuello, sombrero y típico garrote fueron los aliados en la caminata en la que el sol, frente a los lluviosos pronósticos, brilló durante toda la mañana. En coche, andando, a carro o a caballo, miles de segorbinos se desplazan este día hasta el paraje natural de la Esperanza con el fin de disfrutar de una jornada con familia y amigos al aire libre. A su llegada, muchos fueron los que, como manda la tradición, se acercaron hasta los pies del manantial y, vaso o botella en mano, calmaron su sed.

Ya a las doce y media, la ermita se quedó pequeña para escuchar la misa celebrada por el obispo de Segorbe-Castelló, Casimiro López, a la que también asistieron las autoridades locales, las reinas y cortes y la clavarias de la Virgen. Tras el típico reparto de estampas y la tradicional bendición del agua del manantial, los romeros se acercaron a degustar la paella gigante para 2.500 personas que se repartió entre todos los asistentes.

Siestas bajos los pinos, partidas de cartas y animadas tertulias fueron las notas predominantes en una jornada que concluiría con la procesión nocturna por las principales calles del casco histórico segorbino.

Por la noche estaba previsto que el conocido grupo de El Consorcio, con su gira de despedida, animara al público en el pabellón multiusos. Tras el concierto, las peñas tenían una cita con el concurso de disfraces con discomóvil, organizado por los Carpicas.