Segorbe inicia hoy la recta final de sus fiestas patronales con la celebración de una de las tradiciones más ancestrales, el concurso de Carreras de Cintas a Caballo, que este año cumple treinta años de antigüedad. Pendientes del cielo, que durante toda la semana está dando tregua a la hora de la celebración de los actos, la calle Manuel Gómez Máñez se convirtió en un auténtico hervidero de segorbinos y visitantes. Presidida por la reina mayor, Ana Torres y su corte de honor, los 22 caballistas que este año disputaron la XXX edición de este concurso mostraron, una vez más, su pericia. Y es que, a pesar de que la lluvia hizo acto de presencia durante algunos momentos del concurso, los caballistas pudieron disputar la carrera.

La prueba, cuyos orígenes la remontan al siglo XVI, consiste en demostrar la habilidad de los jinetes que, a lomos del equino y a galope, deben pasar un palillo por una arandela con una cinta que cuelga de un carrete. Si consiguen pasar el palo y soltar la anilla, el jinete consigue su galardón: una cinta bordada por cada arandela obtenida. Son la reina y su corte las que, desde el palco de honor, están encargadas de condecorar a los premiados con una cinta que colocan en su brazo. Este año la ganadora de la prueba fue Irene Ors.

Por la mañana, más de 150 niños se dieron cita en las inmediaciones del paseo de Sopeña para mostrar sus artes como pequeños pintores. El concurso de pintura por edades hizo disfrutar a los más pequeños en una mañana en la que plasmaron las vistas y los paisajes del Castillo o del mirador de Sopeña. Todos los participantes recibieron una bolsa de golosinas, así como material para dibujar.

Por su parte, la XXXVI edición del Cross «Ciudad de Segorbe», organizado por el Club de Atletismo Saltamontes, puso la nota deportiva del día. Alrededor de 400 corredores recorrieron las calles principales.

Sin embargo, uno de los momentos más esperados llegaba durante la celebración por la noche de la conocida como «la verbena del jueves», en homenaje a la reina, Ana Torres, y su corte de honor. Estaba previsto que a las doce en punto las dolçainas de Miguel Ferreres pusieran la música al paseíllo que, este año, como novedad, estaba abierto para todo el que quisiera participar con el mantón hasta las inmediaciones del Botánico Pau. Eso sí, siempre que el tiempo lo permitiera, ya que anoche, todo el mundo miraba al cielo. Como manda la tradición, Ana tenía el encargo de abrir el baile de honor en el Botánico Pau.