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La traumática vuelta al cole de Moliner

El líder popular pierde su cargo en el puerto y protagoniza duros desencuentros con el Consell por los libros de texto y el acelerador. Y todo ello, en solo una semana

La traumática vuelta al cole de Moliner

La actual legislatura promete ser para Javier Moliner una travesía en el desierto, a juzgar por el tortuoso inicio de curso. Sin aliados en el Consell, a la vuelta de las vacaciones se ha encontrado desprovisto de representación en el puerto, una de las principales infraestructuras de Castelló. Además, ha tenido que doblegarse a la voluntad de la Generalitat para subvencionar los libros de texto, con rectificación pública incluida de su jefa en el PP, Isabel Bonig. La puntilla de la primera semana de curso llegó con el acelerador lineal del Hospital Provincial, cuya financiación ha generado un sonoro desencuentro entre la diputación y la Conselleria de Sanidad.

Moliner, que siempre se ha vendido como un hombre de acción más que de palabra, como un gestor más que un político, ve ahora mermado su radio de actuación sin el PP en la Generalitat que le allane el camino para alcanzar sus metas. El último barón del PP valenciano se ha quedado solo ante el bipartito, que se lo quita de en medio allá donde puede. El primer coto de poder que le ha arrebatado es el puerto de Castelló.

El presidente de la diputación tenía sillón en el consejo de administración por la cuota de representación que le corresponde a la Generalitat. Ahora, con nuevo jefe en el Consell, Moliner ha sido apartado del órgano de gobierno del puerto, lo que ha soliviantado los ánimos en la diputación. Varios han sido los comunicados en los que ha reivindicado que le devuelvan el puesto. Su mano derecha, Miguel Barrachina, llegó a invocar argumentos históricos como el de que «incluso con Franco» el presidente de la diputación siempre formó parte del consejo del puerto.

Pero Moliner no se podía imaginar que tras ese varapalo, en la misma semana, la capital del Turia le aguardaba otro desafío. Se enteró casi por casualidad, a la vez que cualquier otro ciudadano. A través de un comunicado de prensa, supo que Ximo Puig lanzaba esta semana un plan de gratuidad de los libros de texto valorado en 100 millones de euros que deben cofinanciar a partes iguales Generalitat, diputaciones y ayuntamientos. Fue un jarro de agua fría para el mandatario provincial, que no está acostumbrado a que lo ninguneen. Así que decidió plantarse y negarse a colaborar en el plan porque, según dijo, Puig no consensuó esta medida con él. Horas después, llegó el correctivo. La presidenta del PP autonómico, Isabel Bonig, desautorizó a Moliner y aseguró que la diputación sí cofinanciará los libros de texto. De hecho, desde la institución provincial matizaron su postura inicial.

Más desencuentros

La semana concluyó con otro desencuentro. Esta vez, a cuenta del acelerador lineal del Hospital Provincial. Moliner anunció que la diputación, casi por obligación, cofinanciará al 50 por ciento el nuevo equipo de radioterapia porque el Consell «elude» pagarlo íntegramente, tal y como, según dice, estaba previsto.

Consciente de que ahora es precisamente la palabra y la política lo que le hará contener la hemorragia de poder, se ha rodeado de un amplio gabinete de prensa. Hace falta mucha comunicación (o propaganda) para contrarrestar los efectos de la derrota electoral. El pasado mes de julio fichó como asesores de la diputación a tres periodistas que, en realidad, están al servicio del partido, ya que se encargan de difundir notas de prensa del PP provincial y de los distintos municipios. La estrategia para reconquistar el poder perdido no le sirve de mucho mientras Valencia le corta las alas. Y esto es sólo el inicio de curso.

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