El empuje del sector turístico en septiembre viene de la mano de las fiestas patronales. Tal es la interés mostrado por los turistas año tras año, que los hoteles registran ocupaciones dignas de los meses de julio y agosto. «Las fiestas de Peñíscola se presentan como una oportunidad excepcional para estirar mas allá del periodo vacacional y lectivo la temporada de verano. Permiten llegar a altos niveles de ocupación, y tener un precio de venta medio/alto, que se justifica por el atractivo turístico y festivo. De hecho las fiestas son tan importantes para la industria turística local, que los hoteleros financian y subvencionan numerosas de las actividades incluidas en el programa de fiestas: eventos deportivos o desfiles moros y cristianos. Por supuesto, el reclamo de las fiestas y los espectáculos pirotécnicos tienen gancho», explica Francisco Ribera, director del Gran Hotel Peñíscola.

Moros i Cristians, el broche

Las fiestas en honor a la Mare de Déu de l'Ermitana acaban el fin de semana del 19 y 20 con la espectacularidad de los desfiles de Moros y Cristianos en la entrada y salida de la fortaleza amurallada del casco antiguo de la ciudad. Con las marchas moras y cristianas interpretadas por las bandas de música de la provincia, Peñíscola pondrá el broche de oro con estos coloridos desfiles a unas fiestas muy intensas y participativas.

Para que todo esté a punto, la brigada de Obras y Servicios del Ayuntamiento de Peñíscola pintó recientemente y puso bonitas dos de las fachadas que rodean el ermitorio de la Mare de Déu. El casco antiguo se ha puesto ya a punto para recibir la visita de una gran afluencia de visitantes y vecinos.

Por otro lado es deseo de la Concejalía de Patrimonio del Ayuntamiento de Peñíscola, actuar en este ermitorio, uno de los más emblemáticos del municipio, ubicado junto al Castillo templario y pontificio, que aloja y lleva el nombre de la Patrona de la localidad, la Mare de Déu de l'Ermitana.

Tras varias actuaciones de mejora en los últimos años, en el pavimento y climatización, el consistorio plantea ahora una rehabilitación integral de cubierta, campanario y fachadas, con el objetivo de «mejorar el estado de conservación del ermitorio, reestablecer partes del mismo que se vieron afectadas por los distintos conflictos armados de siglos pasados a causa de la artillería, eliminar filtraciones y goteras, así como garantizar la conservación futura del monumento», explicó el alcalde, Andrés Martínez.

Un estudio propone, concretamente, restituir un pináculo mayor, restaurar los pináculos menores afectados por el paso de los años y cuya estructura se ha visto dañada por la artillería; sustituir ventanales y cerramientos; una reparación integral de la cubierta de todo el ermitorio y su campanario, que actualmente presenta pequeñas filtraciones; así como la reparación de aleros y axiales de las fachadas oeste y norte.

El ermitorio se construyó a principios del siglo XVIII, entre los años 1708 y 1712, sobre un antiguo cementerio local, a expensas del gobernador Don Sancho de Echevarría, como obsequio y ofrecimiento a la virgen, tras la Guerra de Sucesión. La fachada barroca, de corte clásico, es la única parte que se conserva de esta etapa.