El mundo del baloncesto de la NBA se despertó ayer con la triste noticia de la muerte, a los 60 años, del expívot de los Rockets de Houston y Sixers de Filadelfia, Moses Malone, uno de los grandes de todos los tiempos dentro y fuera del campo. La muerte le sorprendió en la soledad de la habitación de un hotel en Norfolk, Virginia, su estado natal. Había nacido en la localidad de Petersburg, pero su legado le convirtió en uno de los inmortales junto a leyendas como Kareem Abdul-Jabbar, Wilt Chamberlain, y Elvin Hayes, al que tuvo de compañero en Houston.

Malone, ganador de tres premios de Jugador Más Valioso (MVP), lo consiguió todo como profesional, incluido un anillo de campeón de la NBA con los Sixers, cuando el equipo de Filadelfia estaba en la elite (1982-83) y competía con los dinastías de los Celtics de Boston, que tenían a Larry Bird, y los Lakers de Los Ángeles, que contaban en sus filas a los míticos Magic Johnson y Abdul-Jabbar.

Su llegada a los Sixers después de intentar conseguir el título, sin éxito, con los Rockets hasta la temporada de 1981-82, fue clave para que otro legendario, Julius Irving, viese realizado el sueño de tener un anillo de campeones, además de hacer una pareja inolvidable.