Vila-real puso ayer el punto y final a sus fiestas de la Mare de Déu de Gràcia en una jornada tranquila y en la que la el protagonismo volvió a recaer en la imagen de la patrona. Pasadas las cuatro y media de la tarde comenzó la ofrenda de flores que la reina de la ciudad, Laura Bovaira, y sus damas de honor le oficiaron a la Virgen. Con la emoción a flor de piel, la reina y su corte también participaron en la procesión que acompañó a la Virgen de regreso a su casa desde la iglesia Arciprestal hasta la ermita que lleva su nombre. En el acto, también participaron representantes de la corporación municipal, el clero, otras agrupaciones y decenas de vecinos que quisieron acompañar a la patrona en el último día de festejos. Los sentimientos afloraron con facilidad para la reina y sus damas ya que para ellas fue también su último día de fiestas como máximas representantes .

No obstante, todavía les aguardaron algunas actividades para terminar de despedirse como el concierto de Los Brincos, la traca de final de fiestas y posterior corre fuegos a cargo de los grupos locales 'Scura Splats' y 'Va-ka-len-ta' y el castillo de fuegos artificiales que tuvo lugar en el parque de Alaplana y que, definitivamente, cerró el programa de fiestas.

Balance taurino

La noche del pasado sábado al domingo, el toro embolado se saldó con un herido, vecino de Vila-real y que responde a las iniciales F.R.R., de 50 años y que sufrió una cogida a las 1.45 horas que le produjo una fractura ósea en la pierna derecha y lesiones en el muslo derecho por lo que fue trasladado al Hospital de la Plana. En general, el balance de los actos taurinos ha sido tranquilo y sin incidencias salvo los toros embolados de por la noche. El segundo toro embolado del primer fin de semana de los festejos, ya dejó un herido, aunque inicialmente mucho más grave, a un joven, también vecino de la localidad, de 21 años y que fue hospitalizado cinco días. A diferencia de las pasadas fiestas de mayor en honor a Sant Pasqual, las tardes de toros fueron limpias y sin contratiempos. Los astados de esta vez han sido más apaciguados e, incluso, algo más despistados. Anecdótico fue el toro que casi tardó más en regresar al corro que el tiempo que duró su exhibición.