Se quedó sin el gol del oxígeno necesario para resurgir, pero de momento le sirve para sobrevivir. En el Castellón-Saguntino sin goles, Calderé perdió dos puntos pero ganó uno al que se aferra para continuar. Gana algo más: tiempo para fichar un delantero, tras la evidente carencia mostrada ayer por las lesiones de Saizar y Fonte; y peso en el vestuario tras la baja de Javi Selvas. Calderé defendió a sus hombres en la adversidad, lo casi nunca visto en la sala de prensa, y ahora los va a necesitar de verdad. El calendario sigue la rampa de la exigencia y el Castellón, tras desaprovechar más de 70 minutos de superioridad numérica, dio muestras de precipitación y ansiedad. Enlaza su tercer partido sin ganar y se queda 11.º en la tabla. En mueca burlona, eso sí, recorta un punto al líder. Se pone a siete del Ontinyent.

Posiblemente, para el Castellón, el de ayer fuera el partido más complicado del curso. Al menos, uno de los más indigestos. El Atlético Saguntino comenzó la jornada segundo: solo había encajado un gol, seguro, confiado de su plan y sin ningún tipo de presión más allá de la alta motivación. El Castellón, por su parte, avanzaba en una nueva estación del miedo: había recibido siete goles en las dos últimas jornadas, la inseguridad se cuela por cada uno de los estamentos del club y la necesidad de victoria era máxima.

Ayer mejoró la actitud respecto a Borriol, algo que dicho sea de paso no era muy difícil. El entrenador Calderé, que se jugaba algo más que tres puntos, presentó un once moteado de novedades. Por primera vez en lo que va de Liga, juntó a Castells y Meseguer en el centro del campo. Además, Rubén Suárez fue suplente. Lolo ocupó la media punta e improvisó una solución de urgencia en la delantera. Empezó Carrillo de ariete, le siguió Pruden a partir del minuto 27 y terminó el primer acto Clausí en punta. Ninguno hizo milagros.

Pronto se quedó el Saguntino con diez. A veces el fútbol te echa una mano de la manera más insospechada. Ocurre que a veces la mano te empuja hacia la meta y a veces la mano te asfixia el cuello. En el minuto 18, Clausí se acercó a molestar el golpeo en largo del portero Lluna. La desgracia se cebó con los visitantes: el balón rebotó en Clausí y golpeó en la mano del arquero, fuera del área. El árbitro expulsó a Lluna.

La expulsión acentuó el dominio territorial del Castellón. El Saguntino hizo lo que tenía que hacer: se encastilló con solidario orden y dejó arriba al bullicioso Esteve, que se buscó la vida en desventaja. Guerrillero, cazó algunas faltas que enroscó con clase David Fas, con buena respuesta de Álvaro Campos. Otro Álvaro, el joven Goméz, fue la luz que mejor aclaró la salida de balón albinegra, y firmó el mejor partido posible, reforzado tras el palo de Borriol.

Con todo, le costó engrasar al Castellón la circulación, como suele, en parte por el estado del verde y en parte por las limitaciones de cada cual. Aún así, merodeó el área con frecuencia. La actividad inicial de Pruden se fue apagando progresivamente. Hubo un tiro suyo cercano al poste, luego una falta de Lolo, otra de Carrillo, un disparo lejano de Castells, un remate alto de Clausí y un sinfín de centros al limbo. Por contra, el Saguntino abrochó mejor el primer acto. Esteve probó a Álvaro tras una pérdida de Meseguer.

El segundo tiempo requería un ejercicio de personalidad. Teniendo en cuenta las circunstancias, el Castellón lo hizo casi todo bien. Pero ese casi resultó lo más importante del fútbol. Tuvo paciencia para mover de lado a lado, tanteó a la fortuna desde fuera y exigió a los centrales pero nunca al portero. El ejercicio de personalidad se convirtió en ejercicio de impotencia. Marc Trilles y Marín descolgaron un millón de centros al área. En los cinco primeros minutos del segundo acto, el Castellón chutó siete veces. Calderé echó mano pronto del banquillo, buscando soluciones pero, en sentido novedoso, manteniendo cierto equilibrio en el campo. Con Rubén, con Tornero y con el debutante Gerard, siguió faltando lo mismo: inventiva, precisión y pegada. Lo más cercano al gol fue una falta de Clausí que se topó con el larguero.

Enfrente, el Saguntino siguió sin inmutarse. Es más, con el Castellón avanzando en su espesura, a medida que los errores pesaban y la precipitación crecía, el visitante dispuso de las mejores ocasiones a la contra. Álvaro Gómez corrigió al límite una pérdida de Guille frente al infatigable Esteve. En la recta final, con las piernas de refresco labrando pasillos al gol, hubo de aparecer Álvaro Campos en serio. El portero salvó al Castellón y quién sabe si también a Calderé. En el minuto 80, con una parada a bocajarro a Imanol; y en el 95, con un rechace corto que despejó Meseguer de cabeza, providencial, en el área pequeña.