Vila-real es una de las localidades de la provincia más rica en patrimonio religioso. Uno de los lugares más visitados es, sin duda, la Basílica de San Pascual, título que el papa Juan Pablo II otorgó al templo en 1996. Gracias a las aportaciones del empresario e Hijo Predilecto de la ciudad, José Gómez Mata, el campanario del lado este alberga la campana de volteo más grande del mundo y el del lado oeste, el mejor carillón de todo el país. Además, la basílica posee un museo con esculturas de Ignacio Vergara o José Ortells. La Real Capilla o el Sepulcro, obra del ya fallecido y también Hijo Predilecto de la ciudad -Vicente Llorens Poy- y elaborado en plata sobre granito, son otras de las visitas ineludibles. El fraile Pascual Baylón Yubero, patrón de la ciudad desde 1917, pasó allí sus últimos años. La estancia adyacente al museo todavía conserva el rincón que el santo empleaba para la oración. El tradicional 'cordonet' es uno de los mayores símbolos de la fe y devoción que comparten muchos vila-realenses por San Pascual y que se puede adquirir en la basílica.

A pocos no sorprenderá la iglesia Arciprestal, declarada Bien de Interés Cultural en 2005. Es el mayor templo de España en su categoría. Fue construida entre 1752 y 1779. Un retablo gótico de El Salvador o las pinturas de la cúpula que reflejan el martirio de San Jaime son algunas de sus obras de mayor valor. Asimismo, la iglesia también alberga uno de los museos religiosos más importantes de la Comunidad Valenciana. El campanario, de 43 metros de altura, fue parcialmente destruido durante la Guerra Civil, por lo que se restauró en 1978.

El convento de la Virgen del Carmen y la capilla del Cristo del Hospital son otros de los elementos destacados de la ciudad. En cuanto al primero, cabe señalar que actualmente es sede de una de las órdenes franciscanas. Su ornamentación es más austera y sencilla. En 1835, el edificio pasó a manos privadas y llegó a ser una fábrica de seda y, posteriormente, de licores y aguardiente. El Cristo del Hospital, como indica su nombre, fue en sus orígenes un albergue y un hospital para gente pobre.

Casa señoriales

Además de todos estos importantes lugares de culto y reflexión, la ciudad también conserva algunos sellos de su historia como la Casa de los Mundina, la plaza de la vila o la Torre Motxa. La mansión de la familia Mundina, patrimonio municipal desde 1989, es un claro ejemplo de las casas señoriales valencianas de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Fue parte del patrimonio familiar de quien fue alcalde de la ciudad en 1718, Andrés Mundina. Deshabitada durante algunos años, albergó una fábrica de dulces, un convento o una emisora de radio.

El pasado medieval de la ciudad queda patente en los restos de la muralla, declarados Bien de Interés Cultural, y la plaza porticada de la vila que todavía hoy conserva la mitad de sus arcos medievales originales. Además es un punto neurálgico de ocio y recreo en pleno centro de la ciudad. Las terrazas que allí se sitúan están prácticamente llenas durante todo el año. La plaza de la vila es Monumento Histórico artístico Nacional desde 1973. La Torre Motxa es la única puerta amurallada que se conserva en la localidad. De planta octogonal, fue reconstruida en 1410 y 1424.