rimera derrota del Villarreal en el campeonato de Liga, primera victoria del Levante en la competición citada y primer ridículo del «submarino» que dio la sensación de salir a cumplir un trámite. Muy cerca se estuvo sin embargo de haber regresado del Ciudad de Valencia con el empate a cero. Más no, porque ni un solo remate que mereciera tal nombre salió de parte alguna de algún jugador vestido de amarillo. Si un boxeador no le da una bofetada, al menos una, a su rival jamás le será concedida la victoria, ni con su padre de árbitro. Lo de la tarde de ayer en Valencia frente al Levante resultó ser un cumulo de despropósitos por parte del equipo que era el líder y al que el Levante recibió, probablemente, con alguna prevención, aunque cuando vio salir a los de amarillo comenzara a pensar que la primera victoria estaba a noventa minutos vista. De entrada y para que no hubiera dudas, Marcelino, que parece no poder estar mucho tiempo sin que los que nos metemos con él permanezcamos calladitos y por consiguiente más guapos, decidió que había llegado otra buena oportunidad para rotar y rotó. Lo primero que vieron nuestros ojos fue a Soldado, acompañado como segundo delantero del mayor de los dos Samu, que como todo el mundo sabe es un goleador nato y natural, al que nadie había descubierto hasta ahora. Ni media, ni un cuarto de punta, ni de «res de res». El chico ha estado lesionado, no ha podido hacer una pretemporada como Dios manda y apenas había jugado. Esta es la mía debió de pensar Marcelino, de modo que dio descanso a Baptistao para dar paso a un futbolista que allí tenía poco con lo que intimidar al Levante. El Villarreal jugó la primera parte con un hombre menos, porque Samuel García un delantero no es y la segunda con dos menos un rato largo, que es cuando el míster mandó quitar al ex malaguista. Lo de jugar con dos menos fue la consecuencia de la expulsión de Jokic, ese defensa al que cuando le sacan la primera tarjeta hay que cambiarlo porque de lo contrario la expulsión está asegurada. Como ayer. Jugar con dos menos un buen rato tenía que llevar al Villarreal hasta la derrota por mucho que algunos creyeran que lo del empate estaba «chupao», como será el Levante, que eso sí, voluntad puso, aunque tampoco mucho más. ¿No disponía el Villarreal de más delanteros? A lo mejor, sí y a lo mucho mejor siempre habrá a mano un chico del B, alguien con un poco de oficio por allí arriba, quiero decir.

Los que se desplazaron hasta el Ciudad de Valencia, que fueron bastantes, aunque no muchos (igual se olían la tostada los que se quedaron) se llevaron un buen disgusto, porque una cosa es entender que el Villarreal no es equipo para seguir comandando la clasificación de primera división de aquí hasta la última jornada de liga, que ya se sabe que al Real Madrid y al Barcelona cuando miraban la clasificación estos días pasados les daba la risa, pero es muy otra que, una vez que ya se habían conformado con el empate y para lo que quedaba de partido, los cinco de los nuestros que había dentro del área pequeña cuando el único del Levante marcó, bien podían haber hecho algo más.

Bien mirado y ya en plan buenos vecinos, primos hermanos como quien dice, en tanto que todos vecinos de la Comunitat, más vale perder tres puntos contra «els granotes» que hacerlo contra cualquier otro equipo de los muchos con los tenemos que ver las caras, digo yo del Sevilla, pongamos por ejemplo, que está entrenado por Emery, que es ese entrenador que hace posturitas o contra Godín.

Pero era tan bonito, tengo un amigo que hasta me decía que en la intimidad, mirar la clasificación con el Villarreal el primero de la fila, le ponía, que es lo último que se le puede ocurrir a un ser humano. Para consolarnos, todos los demás pensaremos que al fin y al cabo, el Levante viste como el Barça.