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Un supuesto crimen de la Guerra Civil

Los vecinos de Tales recuerdan cómo, en una zona próxima donde se ha encontrado el cadáver maniatado, mataron a una persona durante la contienda

La Cueva del Alto se encuentra a unos 120 metros en línea recta de la sima en cuestión.

En las historias que el abuelo de Daniel Ibarra contaba sobre la Guerra Civil en su pueblo podría estar el origen del hallazgo de unos restos humanos en el interior de una sima de Tales este fin de semana. Así lo explicó ayer este joven espeleólogo, vecino de la localidad, que formó parte de la expedición que el sábado pasado descubrió cómo en una zona bastante inaccesible de una de las simas más conocidas del término municipal había un esqueleto humano que falleció, aparentemente, en circunstancias violentas, ya que tenía el cráneo destrozado y las manos atadas a la espalda.

Ibarra había escuchado a su abuelo, en multitud de ocasiones, hablar de lo que sucedió en la Cueva del Alto, que se encuentra a unos 120 metros en línea recta de la sima en cuestión, muy cerca de una casa de montaña familiar. Todos sus relatos tenían que ver con la Guerra Civil y con el hecho de que los vecinos de Tales se escondieran en el interior de la cueva para protegerse de los ataques. Muchos vecinos conocen, por ejemplo, la historia de la tía Conchita, que perdió ambos brazos y al bebé que llevaba entre ellos en la explosión de una granada, y todavía se comenta cómo mataron a una persona por esta zona, también durante la contienda.

Todo este pasado, unido a la afición por la montaña y la espeleología que Daniel cultivó desde los 16 años, llevó a este joven vecino de Tales a proponer a sus compañeros del club de espeleología a realizar una bajada a la famosa sima. Lo cierto es que la mayor parte de los vecinos conocen de su existencia, y algunos aseguran haber bajado en alguna ocasión, a pesar de que no es tan fácil encontrarla y de que existen 20 metros de pozo que requieren de cuerdas para alcanzar el fondo.

Así lo aseguró ayer Demetrio Muñoz mientras conversaba sobre este mismo tema en la frutería Mª Ángeles. Demetrio explicó que en una ocasión bajó a la sima, que hacían falta cuerdas para conseguirlo, y recuerda perfectamente que no estaba señalizado y la maleza tapaba el agujero.

Este punto es muy conocido por los cazadores que frecuentan esta partida. Jonathan, por ejemplo, asegura que «cuando voy por esa zona doy un rodeo, porque no es seguro, para que los perros no caigan dentro». De hecho, Daniel Ibarra destacó que en el primer tramo de la sima, el que está topografiado, se pueden encontrar muchos restos de perros y jabalíes, que en algún momento se precipitaron fatalmente a su interior.

Si en algo coinciden todos los que conocen la zona, y esta sima en concreto, es en su difícil acceso, más todavía en el tramo de galería donde los cuatro espeleólogos hallaron los restos humanos. Tanto es así, que ante la expectación que ha despertado el descubrimiento, el propio Ibarra propuso ayer al alcalde señalizar bien la zona para evitar accidentes entre los curiosos que quisieran encontrarla.

Las galerías

Daniel descarta por completo que el paso del tiempo pudiera haber cambiado las características de estas galerías, haciendo que en algún momento su acceso hubiera sido más fácil. De hecho, en su interior «no hay derrumbe, la galería está parada», lo que quiere decir que está seca y conserva intactas las formaciones geológicas propias de estos espacios.

Con sus explicaciones, este espeleólogo local pretendía insistir en la evidencia de que los restos humanos no cayeron al interior de la galería por accidente, ni fueron arrojados, sino que «alguien en su momento se preocupó mucho por llevarlos hasta allí», y no debió de ser fácil.

Cuando Daniel Ibarra comentó el hallazgo con su familia, su abuela le relató una historia que tenía que ver con una mujer de Sueras que, también en época de guerra, fue víctima de un intento de asesinato «para que no contara algo que sabía». En un primer ataque se salvó pero, según los relatos de los mayores, en una segunda ocasión los asaltantes consiguieron su objetivo y «mi abuela me dijo que se creía que el cadáver podrían haberlo dejado en el interior de una sima» aunque, según relata, habría sido en otra bastante alejada a la del hallazgo, una cavidad esta segunda que, por otra parte, aunque la ha buscado, Daniel no ha encontrado todavía.

Todo son hipótesis en las conversaciones de estos días en Tales, aunque las coincidencias son las mismas. Un grupo de vecinos que charlaba ayer en Pescados Ramos insistía en el uso que se dio de la Cueva del Alto para proteger a la gente del pueblo. Incluso Margarita, que lleva años viviendo en Tales, pero es de Valencia, aseguró haber oído estas historias. «Mi marido me comentó algo sobre los maquis, que se escondían por esa zona», explicó. Aunque nadie sabe nada a ciencia cierta.

La última topografía de la sima junto a la Cueva del Alto estaría datada en 1980 o 1981, según señaló Ibarra, pero no existían datos sobre las galerías que él y sus compañeros abrieron el sábado pasado. Lo cierto es que junto a los restos humanos parecía haber hueco, lo que apuntaría a que la galería podría continuar desde ese punto. Si bien en un primer momento, por no alterar la zona, no pudieron comprobar si era así, Ibarra y sus amigos tienen ahora un nuevo reto, descubrir por dónde continúa la galería en la que encontraron unos restos humanos claramente maniatados y con el cráneo destrozado. Una historia más que vendrá a sumarse a las muchas que se cuentan en la zona sobre un pasado oscuro que el sábado desveló un nuevo misterio que todos se preguntan si alguien será capaz de aclarar.

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