No nos faltan un buen puñado de ejemplos de las tan manidas expresiones que se utilizan en el mundo del fútbol, y que en el fondo sirven para que quien las utiliza en los medios considere que se trata de poco menos que un intelectual del balompié (con lo de contradictorio que ya de por sí tiene el término). Incluso para que no pocos se consideren «importantes» por ganarse la vida siendo contadores de entrenamientos, partidos y chiquilladas varias de parte la fauna que cada fin de semana se viste de corto . Y paro en este punto porque tampoco es cuestión de derrumbar el tejado propio con tanto cántaro.

Digo lo que digo porque una de las más típicas es la que alguien (que supongo sería Valdano, como casi todas), se sacó de la chistera para decir aquello de «un equipo de autor». Y me viene al pelo (el que queda, la verdad sea dicha, que tampoco es para sacar mucho pecho) para referirme a lo que nos ocupa y que, imagino, ocupa también en el Villarreal. Y si no lo hace debería, aunque la experiencia de tantos años me demuestra que en estas lides, cuando uno va, ellos vuelven con la comanda cerrada y pagada. Y no es otra que la continuidad, o no, la próxima temporada de Marcelino.

El Villarreal, como equipo e institución, responde a ello con todas sus características Y dicha autoría cualquiera que haya seguido mínimamente sus evoluciones durante la última década y media, no parte desde el banquillo sino más bien desde el palco. Y es que, yendo más allá, podemos asegurar que en su caso el Villarreal es un club de autor, con todas las letras. Parido, ideado y con ejecución directa de sus ideas desde la presidencia. Para bien (que ha sido como demuestran lo hechos en la mayoría de los casos) y para mal (que como cualquier humano quien tiene boca se equivoca). Bien con Víctor Muñoz, o con Floro, o Paquito, Valverde, Garrido o Pellegrini el concepto de lo que se quería y buscaba estaba claro. Cada uno hijo de un padre y de una madre, con mayor o menor capacidad, pero con una idea de lo que debe ser este juego que no hiciese perder la base ideológica para las que se les contrataba.

Con todo llegó Marcelino en un momento complicado, justo después de un cadena de errores en la elección de los últimos técnicos que llevaron al equipo donde le llevaron. Y lo hizo en un momento clave en la historia del club, marcando un punto de inflexión que sería el primer paso hacia lo que hoy se disfruta. Aquel 5-0 en Madrid ante el Castilla en segunda , sería el primer paso hacia el liderato actual en primera. Tal cual. Y, sobre la base de las ideas de lo que debía ser aquel equipo, aquel club, Marcelino introdujo lo matices necesarios y apropiados para los nuevos tiempos. Y, tras muchos probar desde la marcha de Pellegrini (demasiado largo el casting, la verdad sea dicha), con el asturiano se dio con la tecla.

Marcelino acaba contrato en junio, y días atrás me aseguraba que todavía no se han sentado a hablar. Me cuesta creerlo pero tampoco le acusaré de mentir. Posiblemente hayan hablado sin sentarse, que es bueno para la circulación. Vaya usted a saber. Pero de lo que no me cabe duda es de que difícilmente otro técnico vaya a sacar al actual Villarreal el provecho que de esta plantilla exprime el de Villaviciosa. Porque los hechos son más que concluyentes, y no hay debate posible al respecto, de que este es el entrenador ideal para este equipo. Y posiblemente para el de la próxima temporada. Con sus cosas buenas (muchas) y malas (que alguna hay, como siempre). Ya ven. Igual que con Roig . Y a lo mejor es que acaba siendo verdad que este también es equipo de autor. Cuanto menos de intérprete de primera. Y no estaría de más que el tema se cierre pronto antes de que alguien vuele sobre el nido del cuco.