Transcurridas ocho jornadas, el Castellón es equipo de media tabla, a diez puntos del líder, el Atlético Saguntino. Los albinegros pisan octubre en una situación similar al curso pasado. Sin embargo, en el proceso de cambio del equipo no se ha incluido esta vez un relevo de técnico. Este año la mutación se ha limitado a la plantilla. Huérfana de su principal referencia, la escuadra de Ramón María Calderé afronta el reto de madurar un nuevo estilo de juego, el que se comenzó a vislumbrar el domingo en Castalia, en el empate contra el Villarreal C.

Cuando estaba Rubén Suárez, todo empezaba y acababa en el asturiano, faro acaparador del juego. Cuando jugaba, el Castellón era el equipo de Rubén, ídolo de Castalia. El curso pasado, jugó 27 de los 40 partidos de Liga. El asturiano fue el máximo goleador albinegro del campeonato (13) y también el máximo asistente (8). En Liga, con Rubén y sin contar el desgraciado play-off de ascenso, el Castellón ganó 13 partidos, empató 9 y perdió 5. Logró 48 puntos (1,8 por partido).

Sin Rubén, y el dato sirve de pista optimista para lo que viene, al Castellón no le fue mal del todo. Por números, le fue incluso mejor. El Castellón jugó sin él 13 partidos. Los siete primeros con Joan Esteva y otros seis con Calderé. El Castellón logró 7 victorias, 5 empates y 1 derrota. En total, 26 puntos (2 por partido).

Transición

Los cambios, como el que aguarda ahora al Castellón, no son fáciles. El año pasado no ganó ninguno de los cinco primeros partidos de Liga con Rubén Suárez, al que le costó arrancar. Por el camino, Esteva perdió su puesto, se completó la remodelación de la plantilla y el grupo se amoldó al nuevo líder. Un desafío paralelo espera ahora al Castellón, con un plantel de perfil menos carismático. Contra el Villarreal C se recuperó el orden, el equilibrio y el trabajo colectivo. Pero sin goles, en el área faltó colmillo.