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50 años de la tragedia militar de Cabanes

Lo que iba a ser una práctica militar acabó en un accidente fatal por la explosión de una granada de mortero Perdieron la vida cinco personas

50 años de la tragedia militar de Cabanes

Este mes se cumplen 50 años de una de las tragedias más graves que ocurrieron el siglo pasado en la provincia de Castelló.

El 21 de octubre de 1965 se produjo en Cabanes un accidente durante un ejercicio militar que causó la muerte a cinco personas, un comandante de infantería y cuatro soldados. El suceso tuvo una gran repercusión tanto a nivel provincial como nacional. Estas muertes supusieron un golpe muy duro para las familias de los fallecidos.

Los hechos se remontan al jueves 21 de octubre del año 1965. El Ejército eligió la localidad de Cabanes para realizar la fase final del ejercicio táctico Levante-Cabanes, en el que participaron fuerzas de la División Maestrazgo 31 y el Ala 27 de Misiones Varias. También estuvieron presentes los responsables y los soldados del regimiento de infantería Tetuán 14 de Castelló. En total, 2.500 hombres y 300 vehículos. Lo que iba a ser una práctica militar acabó en un accidente fatal.

Durante los ejercicios tácticos murieron cinco hombres a causa de la explosión de una granada de mortero. Los fallecidos fueron el comandante de infantería Miguel Yáñez González y los soldados Antonio Moreno Canet, Joaquín Bosch Nadal, Ángel Olmos García y Salvador Martínez Olmos, este último murió trece días después del accidente a consecuencia de las heridas. Joaquín Bosch Nadal, natural de l'Alcora, vivía en Castelló. Su hermano Juan José rememora con dolor aquellos días.

«Fue un trauma muy fuerte. Yo, como era joven, iba de cara a la vida. En ese momento el golpe es fortísimo, pero con el transcurso del tiempo vas superándolo. Pero mi padre y mi madre prácticamente no lo superaron nunca. Los dos se murieron con esa pena. Al final, la vida sigue y cuando yo me casé, quince años después del accidente, tuve hijos y mis padres recuperaron la alegría de vivir», recuerda Juan José Bosch Nadal cincuenta años después de la tragedia.

Joaquín y Juan José pasaron su infancia en l'Alcora. Cuando tenían 12 y 8 años, respectivamente, ellos y su familia se fueron a vivir a Castelló. Joaquín, cuatro años mayor que Juan José, comenzó a trabajar en un taller mecánico. Entró en el servicio militar de manera voluntaria porque «sabía que, más pronto o más tarde, tendría que hacerla». Al acceder voluntariamente pudo elegir destino. Se quedó en Castelló. Tendría que haber permanecido quince meses en la mili «pero no llegó a hacerlos».

Joaquín participó en los ejercicios tácticos de Cabanes del 21 de octubre de 1965. Fue uno de los cinco fallecidos. Tenía 21 años. La noticia conmocionó a la familia Bosch Nadal. «Mi padre y yo trabajamos en una fábrica de azulejos en Almassora que se llamaba Pedro Cotanda Aguilella. No me acuerdo dónde localizaron a mi padre. A mi me vinieron a buscar en la fábrica. Entraron tres soldados en la oficina. Me quedé totalmente sorprendido cuando les vi. Me preguntaron si allí trabajaba Juan José Bosch», relata el hermano de Joaquín.

«Les dije que era yo y me dijeron que fuera con ellos porque había habido un accidente. No me atreví ni a preguntar. Tenía 17 años y no tenía la madurez como para hacer preguntas. Me fui con ellos. Me llevaron al cuartel y allí vi a mis padres llorando. Me enteré de lo que había pasado», recuerda Juan José.

«Fue un trauma tremendo. Los días siguientes estuvimos sin poder dormir, llorando. El día siguiente fue el entierro», explica Juan José Bosch Nadal, que recuerda un detalle de su madre. «Al comandante creo que le pusieron un ramo de flores pero a los soldados no. Para distinguir el féretro de su hijo, mi madre cogió un clavel y lo puso encima. Así sabía quien era su hijo», señala Juan José.

Recuerdo

«Desde que murió mi hermano, todos los años mis padres le hacían una misa cada 21 de octubre. Mi madre estuvo tres o cuatro años yendo todos los días al cementerio. A 30 metros de donde está enterrado mi hermano, está el comandante Yáñez. Les dieron el nicho a perpetuidad. Mis padres, cuando murieran, querían estar enterrados con su hijo», revive Juan José, que indica que «no tuvimos relación con las familias del resto de soldados. Creo que nosotros éramos lo únicos de la provincia. Cada uno estaba viviendo su trauma».

Juan José Bosch Nadal remarca la necesidad de recordar el accidente cuando se cumplen cincuenta años desde ocurrió, tanto por las familias de los fallecidos como para dar a conocer aquella fatalidad acaecida en Cabanes. Juan José destaca en el aniversario de aquella tragedia que el servicio militar no debería haber sido nunca obligatorio. «Debería ser siempre una materia voluntaria. No creo en la obligatoriedad de ir a la mili. Tiene que ir quien quiera ser profesional del ejercito», afirma el hermano de Joaquín.

Versión oficial

La familia de Juan José recibió una carta del ejército con el expediente de la investigación un año después del accidente. En el texto se relata que «al desarrollarse la preparación con fuego de artillería y morteros de 120 m/m previa al tema táctico, siendo las 11 horas y 8 minutos, se hicieron 4 disparos de mortero, uno por cada pieza, de los cuales tres dieron en el blanco previsto pero el cuarto quedó cortó, a 250 metros de dicho blanco y cuya explosión produjo la muerte instantánea» del comandante Yáñez y los soldados Moreno, Bosch y Olmos.

La explosión que tuvo lugar aquel fatídico día hirió a un cabo y siete soldados más. Uno de ellos, Salvador Martínez Olmos, falleció pocos días más tarde, el 3 de noviembre de 1965, a consecuencia de las lesiones recibidas. En la investigación que se llevó a cabo se recuerda que los días anteriores «se realizaron ensayos con los mismos datos de disparo de los morteros dando todos ellos en el blanco, lo que unido a la certera puntería de los tres primeros, uno por cada pieza, del día de autos parece descartar toda hipótesis de un defecto o error de tiro por parte del Jefe y servidores de los mismos».

Informe pericial

El informe pericial a la vista de los proyectiles ofrecía «una evidente normalidad en cuanto a las condiciones técnicas de fabricación y conservación de los proyectiles, por lo que no puede establecerse con absoluta certeza cual fuere la concreta causa de la explosión corta, apuntándose un conjunto de posibles causas y concausas provinentes bien tolerancias de fabricación o desgastes especialmente de circunstancias de tipo atmosférico que puedan, bien aislada, bien conjuntamente, producir esta distinta dispersión». Por todo ello, de «cuantas pruebas han sido aportadas lo caracterizan de acontecimiento casual y fortuito».

El hermano de Joaquín Bosch Nadal recuerda dos versiones de los hechos. «En la primera, la pólvora del mortero no estuvo en perfectas condiciones. El mortero se quedó corto y explotó en la zona de seguridad, en donde estaban el comandante y los soldados. En la otra versión, probablemente se pusieron en una zona que no era de total seguridad y el mortero explotó allí. Desconozco quién pudiera haber mandado que se pusieran allí».

Ejercicio táctico

En el ejercicio táctico Levante-Cabanes tomaron parte las fuerzas de la división de infantería Maestrazgo 31 y las unidades de la aviación táctica del Ejército del Aire. Estuvieron presentes el Capitán General de la Tercera Región Santiago Mateo Marcos, el general jefe de la Aviación táctica Carlos Rute Villanova o el segundo jefe del Gobierno militar de Valencia, el general Izquierdo Giménez, entre otros. Participaron 2.500 hombre y 300 vehículos.

La jornada comenzó a las once de la mañana con la explicación de las operaciones que iban a realizarse por el jefe de regimiento de la infantería Tetuán de Castelló, el coronel Martínez Miñón. Informó de la posición que tomarán quienes harían el papel de las fuerzas propias y de enemigas y las maniobras que se realizarían durante el ejercicio.

«El propósito del bando enemigo es la conquista de la ciudad de Castelló, y para ello caminan entre las carreteras de la costa que van a Barcelona y la que de Albocàsser conduce al objetivo. Todo se prepara para impedir este propósito, y ello va a realizar con ejercicio de tiro real», informó el corresponsal de Levante desplazado a Cabanes, Salvador Chanza, en la crónica publicada el día siguiente de las maniobras del ejercicio militar.

Las operaciones comienzan unos veinte minutos después de las explicaciones. «La acción artillera dura cinco minutos, pero comienza la acción de los morteros. Las explosiones son observadas perfectamente, así como su acción sobre los blancos establecidos», relató Chanza. En el ejercicio, el bando enemigo logró avanzar hacia su objetivo y, para impedir que tomaran el camino hacia Castelló, entró en acción la aviación. «No cabe duda de que este es uno de los momentos más espectaculares y vistosos del ejercicio táctico», escribió Chanza.

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