Días atrás, en plena tormenta por las bajas de Javi Selvas y Rubén Suárez y durante un entrenamiento del equipo, se pudo ver a Álvaro Campos, portero titular del Castellón, manteniendo una larga y seria charla con el cuerpo técnico. El meta valenciano guardaba una estrecha relación con los ahora exjugadores albinegros, despedidos entre el silencio del club y la única explicación del entrenador: «motivos de indisciplina». Junto a él, también capitán, formaban los rostros célebres de la cosecha Aerocas. Llegaron un año atrás, con la temporada en marcha, tras la inyección económica que supuso cobrar el dinero adeudado por el aeropuerto. Este año, en extraña paradoja, el rendimiento de Álvaro ha crecido a la par que los problemas. El portero ha respondido con notables actuaciones a las bajas de sus dos apoyos en el grupo. En tres de los cuatro partidos que han seguido a la masacre de Borriol, ha sido capaz de mantener la puerta a cero.

En los dos últimos, en especial, sus paradas han sido fundamentales para amortiguar el daño que provoca la sequía goleadora del equipo. Álvaro Campos nació en Valencia y tiene 28 años. Fue probablemente el único futbolista de la plantilla que ofreció su verdadero nivel en la eliminatoria contra el Linares. Falló en cambio en la siguiente contra el Haro. En verano rechazó ofertas de Segunda B y continuó en el Castellón, capaz al menos entonces de competir económicamente con la mayoría de equipos de bronce.

Fue elegido uno de los capitanes. De hecho, en la práctica ya ejercía como tal desde la temporada pasada. Portero de gran personalidad, en un par de semanas se quedó sin dos de sus compañeros de viaje. Selvas y Rubén acudían con él hasta Castelló para entrenar. En uno de los entrenamientos se dio la charla que disparó la rumorología. El entrenador, Ramón María Calderé, lo ha apoyado hasta el momento cuando ha tenido ocasión. Por contra, le han fichado competencia. El meta José Casero, con el postín suficiente para competir por la titularidad, está a la espera de que se resuelvan unos problemas burocráticos con su ficha. Entonces se sabrá si Álvaro continúa de albinegro o toma, forzado por el club, el camino de salida. Mientras, el portero capea sus días más difíciles, aguarda y responde sabiendo lo que mejor sabe hacer. Parar.