«¿Contra quién me querello, contra el interventor o contra el periodista?». Estas palabras y en este tono chulesco las soltó Jesús López en un consejo de la antigua Fundación de Fiestas en junio de 2012 y en presencia del propio técnico municipal. López, que entonces se encontraba con el viento a favor y con el apoyo total del gobierno del PP, acudió a esta reunión muy molesto con las conclusiones del informe del interventor, que reveló este diario y que ponía de manifiesto una falta de transparencia en las cuentas de la junta. «No ha existido control interno en la gestión económica financiera y presupuestaria» en los términos que marca la Ley de Contratos Público», afirmaba, entre otras conclusiones.

Jesús López se sintió como pez en el agua con la antigua fundación, que fue consensuada en 1988 y que dejaba en manos de la Junta de Festes la gestión económica aunque la mayor parte de sus ingresos procedieran del ayuntamiento. López tenía toda la independencia para hacer y deshacer a su antojo sin tener que cumplir los procedimientos de contratación pública. Además, podía utilizar las subvenciones de manera discrecional a la hora de entregarlas al tejido festero.

El PP le dejó hacer, ya que era más cómodo al quitarle trabajo, y retrasó siete años la activación del patronato -se aprobó en 2012 pero convivió con la fundación hasta el año pasado-. Pero generó una figura que en ocasiones parecía que estaba por encima del propio concejal de Fiestas.

López se arrogó la representación de la Junta de Festes y aislaba de la misma a los colectivos que no comulgaban con sus modos de hacer. Llegó en 2002 a la presidencia y sólo tuvo un rival en unas elecciones, en 2006. Por eso no ha ahorrado críticas en estas últimas semanas contra el nuevo patronato de fiestas, ya que este sistema arrebata el control económico a la junta, ¿por qué?, porque su presupuesto procede en buena parte de los impuestos de los castellonenses y la ley de grandes Ciudades obliga a dirigirlo al ayuntamiento. López presumió ayer que cuando llegó a la junta los colectivos cobraban con un año de retraso y que con él el pago se hacía por adelantado.

Pero su actitud de «ordeno y mando» le ha alejado de la fiesta. Ahora hay sectores que han descubierto su talente en los debates de candidatos o en la asamblea de ayer, donde se sorprendían de sus arremetidas incendiarias «contra todos».