Cinco años después de vivir todo lo que hemos vivido, parece imposible superarse. Pues lo han hecho. Con la derrota de ayer, el Castellón encaja la peor racha sin victorias de su historia. Entiéndase esto como la racha más larga sin ganar en la categoría más baja posible. El Castellón atraviesa, quizá, su peor momento deportivo en 93 años y la culpa es de los árbitros.

Es curioso. Nadie pide a un mediocentro de Tercera División que ponga un pase al pie del delantero desde 50 metros o que ese mismo delantero anote goles con la zurda, con la diestra, de vaselina y siempre haga uno por partido. Claro, son detalles privilegiados únicamente al alcance de jugadores de élite. Obviando esto, admitimos que los jugadores del Castellón pueden tener errores propios de un futbolista de Tercera. Es lógico. En cambio, los árbitros no pueden errar. Si hay árbitros pitando Mundiales y árbitros pitando en Tercera, nadie pone en duda que hay una distinción de nivel: no todos los árbitros tienen el mismo. Pero en el hogar de las culpas ajenas, el de la nula autocrítica, los árbitros de Tercera no se pueden permitir ningún fallo. Pero si un equipo lo hace es porque juega ante un rival duro, en un campo complicado o porque tiene bajas. No somos tontos.

Como no lo somos, ayer nos dimos cuenta, una vez más, del paupérrimo partido que jugó el Castellón. En todos los sentidos. Roto de por sí y resquebrajado desde el banquillo. Un equipo sin alma, partido en dos mitades y con individuos que batallan cada uno en una guerra distinta. Sin rumbo. Sin guía. Sin plan. Sin orden. Sin nada.

Un equipo que va regalando pedazos de historia de los rivales con los que se cruza y va ennegreciendo por momentos la suya propia. Si un panorama siempre suele ser desolador, el de este equipo es desértico. Pitada generalizada al acabar el partido (y con razón) y nadie tiene el valor de salir a dar la cara. A admitir un nuevo ridículo y reconocer que la situación les supera. Y no estoy hablando únicamente de la parcela deportiva. Porque hacer un vídeo es muy fácil, pero echarle huevos ya no tanto. El Club Deportivo Castellón no es el patio de vuestra casa.

Les entiendo. Pobres cobardes. La gente que no tiene agallas se parapeta en el silencio y se escuda en la excusa más simple con tal de no reconocer la más absoluta de las verdades: se están riendo de nosotros. 93 años de historia y cinco de apestosa basura justificados en un vídeo de errores arbitrales. Si aún conservan la decencia, antes de ver el vídeo del estadio vacío, deberían grabar el de su adiós. Estamos hartos.