Destituido tras la abultada derrota contra el Novelda, acumulando ocho jornadas sin victoria y a trece puntos del líder, Ramón María Calderé se despidió ayer del Castellón con una rueda de prensa en el estadio Castalia. El entrenador catalán, en un tono conciliador, consideró «justa» la decisión del consejo, se mostró comprensivo con las críticas de la afición, a la que pidió disculpas por no conseguir el objetivo del ascenso, y reconoció cometer varios «errores» que le han llevado, en unos meses, de ser campeón de Liga a terminar con un doloroso despido.

«Hay que ser realista, entiendo la decisión del club, por supuesto», comentó Calderé en sala de prensa, «a veces la vida te da golpes y es el momento de reflexionar qué ha pasado y qué he hecho mal». El ya expreparador considera el Castellón un «lugar ideal para cualquier jugador y entrenador» y pidió apoyo para su sustituto. «Han sido meses raros que no había vivido y de eso voy a aprender mucho», comentó, en referencia a los últimos tiempos. Preguntado por las últimas bajas, las de Rubén Suárez y Javi Selvas, insistió en no querer entrar en detalles pero señaló que habían hecho «mucho daño en el vestuario, más de lo que os creéis», donde ahora deja «un grupo muy sano, con gente que quiere mucho al club, y estoy encantado con su trabajo de las últimas semanas».

«No es momento de detalles, pero hay cosas que haría de manera diferente, y que tengo que analizar y aprender. Me voy decepcionado por no poder corresponder a todos los que habían confiado en mí», añadió Calderé, que señaló al director deportivo Ramón Moya como «respaldo» en su estancia en Castalia, justo antes de reunirse con el presidente David Cruz. Con el apoyo de Ramón Moya. Calderé renovó tras no lograr el ascenso. «Pensaba que empezando de cero no habría excusa. Estaba convencidísimo y estoy sorprendido. Ese ha sido mi fracaso», sentenció. Abonado al caos táctico en gran parte del curso, el desastre del domingo ante el Novelda fue la derrota definitiva.