Hace tres semanas, el asturiano Rubén Suárez tenía que abandonar el Castellón, señalado por el entrenador, Ramón Calderé, por presuntas intrigas en el vestuario. El domingo fue Calderé el que enfiló la puerta de salida, destituido por los malos resultados de un club histórico que navega por la zona baja del grupo valenciano de Tercera División. Rubén, que se ha afincado en Valencia tras dar por finalizada su etapa como profesional, rehuye la polémica y se centra en su nueva etapa en otro tercera de la zona, el Torrevieja, que se enfrenta precisamente al Castellón en la próxima jornada.

Rubén Suárez Estrada (Gijón, 19 de febrero de 1972) fichó la pasada temporada por el Castellón con el objetivo de lograr el ascenso a Segunda B. Aunque firmó como profesional, para él era una nueva etapa tras dos campañas en el Almería. Pronto se convirtió en el jugador clave del equipo, que se clasificó para la fase de ascenso. Una lesión de tobillo mermó al asturiano para la hora de la verdad, el play-off de ascenso frente al Haro.

Sin dar nombres, Calderé ya insinuó su malestar con algunos jugadores importantes de la plantilla. Y tras las primeras jornadas de esta Liga apartó primero al capitán, Javi Selvas, y a continuación al otro peso pesado, Rubén Suárez. Mientras que el entrenador justificaba sus decisiones por la buena salud del vestuario, Rubén se marchó en silencio. Ayer, consumada la destitución de Calderé, el asturiano tampoco quiso hacer sangre: «No tuve ningún enfrentamiento con Calderé. Este año me costó arrancar por la lesión que tuve al final de la pasada temporada y él trajo a un mediapunta de su confianza. Un día, en el descanso de un partido, me dijo que hacía débil al compañero y poco después me apartó del equipo».

Además de reconocer un bajón en su rendimiento, Rubén señala que el problema del Castellón es colectivo: «El equipo no estaba bien trabajado. Se lo dije a su segundo que no se estaban haciendo bien las cosas. Lo que más me dolió fue no subir a Segunda B». Tras llegar a un acuerdo con el presidente, Rubén no tardó en encontrar equipo: «Tuve varias ofertas, pero ya no me quiero mover de esta zona. Me llamaron del Torrevieja y me hablaron de un proyecto para subir a Segunda B en tres o cuatro años».

Mientras mata el gusanillo en un ambiente menos exigente, Rubén se plantea su futuro, que puede pasar por sacar el título de entrenador y director deportivo, aunque no se ve en un banquillo. Además, en la distancia disfruta con el Sporting: «Da gusto verle jugar. Es dinámico, rápido y trabajan mucho. Es un equipo trabajado y armado. Después de ascender con mucho mérito, Abelardo y los jugadores generan ilusión».