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Dos décadas de activismo ecologista

La organización declaró la guerra al «parany» y la Justicia avaló su tesis declarando ilegal el método de caza

Los ecologistas encadenados a una excavadora en el vial Cabanes-Orpesa. levante-emv

Probablemente, la escena de acción más recordada se produjo en el año 2000, cuando un grupo de activistas de Gecen se encaramó y encadenó a una máquina excavadora y paralizó las obras de la carretera Cabanes-Orpesa. Una imagen que simbolizó la lucha ecologista contra el polémico vial (con la gamba de Miravet como icono), que se saldó con una rotunda victoria en los tribunales.

La misma organización puso en jaque la construcción del aeropuerto de Castelló y forzó la interrupción de las obras en dos ocasiones: una porque la promotora de la infraestructura no había respetado el periodo de anidamiento del aguilucho cenizo y otra porque dinamitó una montaña sin la preceptiva declaración de impacto ambiental.

Durante los años de la fiebre de la construcción, Gecen se convirtió en el azote de los poderes públicos, pleiteando contra los grandes proyectos urbanísticos y de infraestructuras que llevaban aparejados un impacto sobre el territorio. «Los políticos nos acusaron de ir en contra el progreso, cuando el problema es que había una administración que no hacía cumplir la legalidad. Era el mundo al revés», recuerda el portavoz de la asociación, Francisco González.

El representante ecologista lamenta el modelo de desarrollo por el que se optó en Castelló. «Aquí se impulsó un urbanismo salvaje, construyeron dos desaladoras que no sirven para nada, el almacén de gas Castor, se apostó por el «fracking», las incineradoras y por las prospecciones en el entorno de Columbretes. Nosotros nadamos contracorriente al advertir de que ese modelo era pan para hoy y hambre para mañana. El tiempo nos ha dado la razón», señala.

Otro gran frente fue el del «parany», el método tradicional de caza con liga de fuerte arraigo en Castelló. De nuevo la Justicia avaló la tesis de los conservacionistas con sucesivas sentencias que declararon que se trata de una modalidad que no puede garantizar la selectividad en las capturas de las aves. «Aquí nos encontramos también con los representantes públicos tratando de dar cobertura legal a una práctica prohibida. Lo que es irrefutable es que el 'parany' produce unas afecciones graves a las aves migratorias, que gozan de una protección en los países del norte y que cuando pasan por aquí las cazan», asevera.La lucha actual se centra en denunciar a los «paranyers» furtivos, «que afortunadamente son cada vez menos».

Con la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria, la presión sobre el territorio ha disminuido y, como consecuencia, Gecen ha dejado de acudir a los tribunales con la asiduidad de hace unos años. Sin bajar la guardia, se centra en sus programas de conservación, educación medioambiental e investigación.

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