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¿Por qué mi calle se llama así?

El perfil de Juan Capó fue el primero que se abordó en estas charlas organizadas por Amics de la Vall

Uno puede vivir en la plaza Silvestre Segarra, en la avenida Arcadi García i Sanz o en las calles Octavi Ten i Orenga, Carmen Tur, Honori Garcia o Juan Capó de la Vall d'Uixó sin pensar que este hecho tenga un sentido más allá que el distintivo y organizativo, de manera que esos nombres solo son los nombres de la calle en la que se vive. Pero la asociación cultural Amics de la Vall está dispuesta a demostrar a sus vecinos que el suyo es «Més que un carrer». Así se denomina el proyecto que se inició ayer y que pretende dar a conocer a los personajes que por su trayectoria personal o profesional se hicieron merecedores de permanecer en la historia de la ciudad con su nombre impreso en la placa que identifica alguno de los viales.

Para inaugurar esta programación Amics de la Vall se trasladó ayer a la sede de la Asociación de Amas de Casa y no por casualidad. Este local se encuentra en la calle Juan Capó (1888-1952) y precisamente este inspector de Educación fue el protagonista de la charla que impartió Xavier Granell.

Granell, también inspector, comenzó a interesarse por la figura de su homólogo con motivo de la celebración de las 13ª Jornadas de Formación de Adide, para las que preparó una ponencia en la que resaltó la importancia de la figura de Juan Capó para el mundo de la educación. Precisamente el desarrollo de esa ponencia fue lo que centró su exposición de ayer. Granell llamó la atención sobre el hecho de que Juan Capó no solo tenga una calle en la Vall d'Uixó, sino tres más en las islas Baleares, así como dos colegios en Felamix (su pueblo natal) y Palma de Mallorca. Conocer esta coincidencia ya fue motivo suficiente para llamar la atención de los asistentes a la charla, la mayoría de los cuales no sabían que Capó tuvo un «importante protagonismo en el movimiento de renovación pedagógica» no solo en las Baleares, sino también en Castelló, donde llegó tras ser trasladado de forma forzosa como consecuencia del proceso de depuración llevado a cabo por el franquismo tras la Guerra Civil. Las razones de este traslado fueron «para que aprendiese castellano».

Tras cinco años de confinamiento en Almería, en 1944 intentó volver a su Mallorca natal, pero no se lo permitieron y su posterior destino fue Castelló, donde conoció a su mujer, una vallera, Asunción Viciano, con la que vivió en la ciudad entre 1944 y 1952. Juan Capó «colaboró activamente en las iniciativas de ámbito educativo impulsadas por la empresa Segarra», pero además, organizó al menos un viaje de estudios junto con diez maestros más, que les llevó a Tarragona y Barcelona, para poder trasladar su experiencia pedagógica a sus respectivos colegios.

Roser Diago, presidenta de Amics de la Vall, explicó que esta actividad forma parte de un proyecto general iniciado por la asociación que pretende «sacar nuestra programación del espacio habitual, que era el Palau de Vivel».

La previsión es que, tras el acto organizado ayer, se pueda seguir llamando la atención de los vecinos sobre la relevancia histórica de quien da nombre a su calle, para que, como les sucederá a partir de ahora seguramente a los vecinos de Juan Capó, cuando hagan referencia a su denominación sean conscientes de que esa persona hizo méritos más que suficientes para recibir este reconocimiento.

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