La dinámica del Villarreal es preocupante. Los amarillos no pasaron ayer del empate contra uno de los colistas, Las Palmas, acumulan tres jornadas sin conseguir la victoria y han perdido cuatro puntos de los seis disputados ante el último clasificado, el Levante y el tercero por la cola, los canarios. Además, el equipo de Marcelino se quedó sin marcar por primera vez esta temporada y lo más grave para el espectador, aburrió hasta límites dolorosos, contagiado por el rtimo que imprimió Las Palmas. Ahora el equipo se queda quinto a cinco puntos del liderato cuando hace dos semanas era líder.

Un dato pude resumir el enfrentamiento entre canarios y castellonenses. El primer disparo entre los tres palos llegó en el minuto 72. Tras un saque de esquina, un desajuste defensivo del Villarreal permitió a Hernán rematar solo en el área. Su cabezazo se marchó manso a las manos de Areola. Si no hubiese sido porque el submarino ayer vestía de rojo, se podría haber caído en el error de que se trataba de un partido de entrenamiento.

Quizás lo más estimulante fue el once que presentó el Villarrea. A Marcelino le gusta sorprender e incluso en ocasiones se sorprende a sí mismo. Ayer el once que presentó incluyó a Bonera y a Bakambu. El primero debutó como titular en la Liga BBVA. Era lógico, por otra parte, ya que así no se obligaba a Mario a ejercer de central.

La referencia ofensiva fue el franco-congoleño. El ex del Bursaspor pasó en 24 horas de estar prácticamente descartado a ser titular. Sentó Marcelino en el banquillo a Soldado, pero el asturiano se percató de su error y dio entrada al delantero valenciano en la última media hora del duelo. Intentó inyectarle más mordiente al encuentro, pero éste se deslizaba en una espiral de tedio e imprecisiones que no cambió el punta del Villarreal.

También fue novedosa la pareja de mediocentros. Bruno regresó a la titularidad acompañado por Jonathan. El mexicano era el señalado para insuflarle vida a un duelo que Las Palmas asfixiaba, conducía al encefalograma plano. Pero no lo consiguió. Se echó de menos su magia ante un equipo, el canario, que tenía interiorizado que no el riesgo no era una opción, que su portería debía mantenerse a cero a la espera de un error del rival y un césped que tampoco permitía florituras.

En el arranque del partido, ya instalado en ese tedio del que no se desembarazó en casi ningún momento, fue el conjunto de casa el que intentó dar primero. Araujo casi anotaba con un duro disparo. Un par de minutos después el capitán amarillo, Bruno Soriano, ensayó un remate con cierto peligro, pero que se marchó si más repercusión para el resultado. En el primer tiempo, poco más que destacar.

Bonera, salvador

El paso de los minutos tampoco trajo consigo una posible ruptura, un incremento de los nervios que permitiese más huecos y generase más peligro. Las Palmas se dedicaba a espulgar balones, a alejar el peligro. Por su parte, el Villarreal intentaba desequilibrar a su rival con la entrada de Soldado y Samu García, pero los amarillos parecían anestesiados.

Todo se iba a definir por un error. Quien fallase, perdería los tres puntos y a punto estuvo de ser el Villarreal. Un centro permitió a Araujo quedarse con el esférico en el área pequeña. Armó la pierna e hizo gesto de disparar. Pero Bonera se lanzó providencial para evitar un tiro que podría haber sido el 1-0. El italiano salvó el empate, pero se hizo daño y fue reemplazado por Rukavina.

Se desquició algo en los últimos minutos el duelo, pero no se salió del guión. Como narcotizados, los dos equipos dieron por bueno el punto al señalarse el final del encuentro.