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Tres décadas al lado de las personas discapacitadas

Cuenta con unos 60 usuarios, de los que 42 están en la residencia y el resto en el centro de día Pese a la crisis ha conseguido desarrollar todos sus proyectos

Maset de Frater tiene un centro residencial con servicios ininterrumpidos durante todo el año. Abarca las necesidades fisiológicas básicas y otras relacionadas con el proyecto personal: atención psicosocial, relaciones, estimulación, además de numerosos talleres. f ángel sánchez

Desánimo, apatía, desesperanza... Son términos desterrados en el centro Maset de Frater, con más de tres décadas consiguiendo pequeñas grandes cosas. Porque estamos hablando de un proyecto consolidado en el tiempo que empezó en un minúsculo apartamento de Benicàssim en 1984 y que hoy se ha convertido en todo un ejemplo en su visión más amplia: la de unas instalaciones idóneas junto al Pinar del Grau de Castelló, la de unos trabajadores implicados en el proyecto y la de unos usuarios, con discapacidades de todo tipo, que han conseguido ganar en calidad de vida.

Rosa Gual, directora del centro, es una de esas personas que a principios de los años 80 vio la necesidad de dar una respuesta a las personas con discapacidad para tener una vida más normalizada e integrada. Elaboraron así un proyecto de alfabetización destinado a los afectados de por parálisis cerebral, que necesitaban un sistema alternativo de comunicación, centrado en los signos. «Iniciamos una experiencia piloto con 6 personas en una vivienda de Benicàssim, vimos que los resultados habían sido satisfactorios y nos marcamos como meta darle forma al proyecto», recuerda Rosa Gual.

Aquí fue cuando apareció la opción de conseguir la cesión de un maset abandonado junto al Pinar, «lo rehabilitamos en 1985, empezamos a conseguir subvenciones y hoy, más de tres décadas después, tenemos unas instalaciones adaptadas y accesibles en un entorno privilegiado» y con un proyecto asentado pese a la crisis. Unas 60 personas son las que se benefician de las instalaciones, 42 en la residencia y el resto en el centro de día. Con una plantilla de casi medio centenar de personas, el Maset de Frater, como reconoce de manera sincera su directora, ha tenido que hacer en ocasiones «virguerías» para salir adelante.

En 2009 firmaron un concierto con la Generalitat que les dio cierta estabilidad hasta que acabó en 2012, justo en los momentos más duros de la crisis, «hasta el punto de que no sabíamos si podríamos cumplir con los proveedores», reconoce Rosa Gual. Si 2012 fue malo, los dos años siguientes fueron complicados, salpicados además por un copago que «afortunadamente parece que se aleja». Ahora ya no tienen el concierto, pero sí unas subvenciones, fundamentalmente autonómicas, que se han equiparado con otras entidades. Eso sí, lo que no ha parado de crecer es «el compromiso con las personas que más nos necesitan».

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