Si edificásemos el fútbol a base de tópicos, tendríamos como resultado una fórmula infalible: si defiendes con orden, con las líneas juntas y sin dejar huecos, ganas; en un campo embarrado, si marcas primero, ganas; si te perdonan, lo acaban pagando y ganas; perdiendo tiempo en cada córner y con OFICIO, ganas. Si cambias de entrenador, ganas.

Los tópicos son eso: tópicos. Mentiras piadosas de las que echar mano cuando, realmente, no tienes ni puta idea de lo que ha pasado en el campo. Normas no escritas que un día se hicieron dogma, probablemente hacia el fútbol en blanco y negro, y que han pasado de generación en generación para que nosotros, catetos a veces, las reafirmemos en uno de cada muchos partidos. Ayer el Castellón fue eso: un tópico andante. De manual. Si hubiera una forma metodológica de ganar un partido de fútbol cada vez que se juega, ayer el Castellón se llevó bien estudiado cada capítulo.

Orden, competitividad, un moderado acierto (se marcó un gol. Punto), trabajo defensivo y equilibrio. Si Kiko Ramírez no vio el partido ante el Novelda estará flipando. Pero no. Toca trabajar muchísimo todavía. Recuperar anímicamente al equipo, ganar consistencia, trabajar sistemas tácticos efectivos y variantes, ordenar por posición a cada jugador y generar una identidad propia. Eso sí, el Castellón aún no ha muerto, las constantes vitales siguen su curso y por primera vez desde agosto podremos pasar una semana sin esconder la cabeza cuando nos pregunten qué ha hecho el Castellón. Que ya es bastante.

Qué gratificantes son las alegrías cuando son inesperadas. Porque, siendo sincero y conociendo el farragoso Vicente García de Torrevieja de primera mano, no esperaba que ayer saliese cara. A veces parece todo más oscuro de lo que es. Futbolísticamente, el Castellón tiene una de las mejores plantillas de una categoría que ha descendido de nivel en los últimos años. Calderé perdió el rumbo y fue engullido por las circunstancias. Fue un héroe en Castellón y acabó cayendo por la trampilla. Injusto o no, nadie dudaba que el equipo necesitaba ese cambio de rumbo para volver a activarse como ya lo hiciera, paradójicamente, tras la llegada de Ramón María.

Vivimos -y me incluyo en el paquete- porque ganamos. Y porque, por un momento, se nos marcharon de la cabeza los quilombos que directiva y Calderé se llevan entre manos. El fantasma de los impagos vuelve a sobrevolar Castalia y eso no hay victoria que lo remedie. La triste realidad no depende de un puñado de tópicos sobre el campo. Ojalá. No van a volver a caer millones del cielo y al final de cada mes habrá más manos que reclamen lo que es suyo. Inserte créditos o fin del juego.