El cementerio municipal de Vila-real acogió ayer la consagración del nuevo panteón que acogerá los restos mortales del que fuera presidente y principal accionista del grupo cerámico Porcelanosa, José Soriano Ramos, fallecido el 20 de diciembre de 2000 en un accidente de tráfico a los 69 años. Ha sido la culminación de un proyecto llevado a cabo con suma delicadeza. Tanto en la selección de materiales como en el diseño del panteón, se ha intentado tener en cuenta los rasgos más destacados de la personalidad del hijo predilecto de Vila-real. Así, se han utilizado sólo materiales sencillos y a la vez duraderos de la tierra castellonense, que fueron importantes en su vida y en las actividades económicas que desarrolló durante la misma, como puede ser el barro cocido, la cerámica esmaltada y los naranjos que en lugar de flores llenan las jardineras.

También la personalidad abierta y conciliadora de José Soriano se ha querido representar en el diseño del monumento funerario sin espacios cerrados, donde no podía faltar una gran cruz de piedra y cerámica que escenifica la «Cruz de cada día» que como católico y «enamorado» de Jesucristo, José Soriano llevó a cuestas con alegría toda su vida.

El panteón nace como un homenaje tanto a la tradición ceramista de la zona, como a la técnica de la bóveda tabicada, tan arraigada y propia de la historia del Levante, y que el arquitecto valenciano Rafael Guastavino supo difundir entre la generación de arquitectos modernistas, con Gaudí a la cabeza, y exportar a Estados Unidos, donde se convirtió en la principal carta de presentación, tanto propia como de su lugar de origen.

El diseño del panteón ha requerido trabajar con programas de ordenador especiales de diseño tridimensional y la solución final se ha decantado solamente después de realizar 23 variantes consecutivas del mismo, que perseguían un resultado óptimo a nivel estético y estructural. Todas las curvas presentes responden a perfiles de catenaria, unas curvas con una extraordinaria dificultad de expresión matemática y gráfica, que permiten sin embargo optimizar el funcionamiento estructural del conjunto.

Para su construcción se han empleado cerca de 20.000 rasillas cerámicas fabricadas manualmente, previa realización de varias pruebas para determinar el tipo de arcilla, combustible y llama, la terraja idónea, la textura, pruebas de durabilidad y envejecido, y el tamaño y el espesor, estos últimos en función del radio de las curvas del panteón y el peso calculado necesario de las tres capas de cerámica para compensar el efecto de succión del viento.

La bóveda, que responde geométricamente a cuatro paraboloides hiperbólicos encadenados entre sí, es muy ligera pero extraordinariamente resistente por sus curvas. Se ha erigido sin necesidad de cimbra alguna, únicamente con la ayuda de unas guías metálicas para no perder la curvatura en ningún momento. El aparejo del ladrillo ha sido cuidadosamente estudiado para emplear siempre módulos enteros y evitar tanto recortes, puntas y parches cerámicos, como las denominadas juntas en escopeta. Está construida únicamente con ladrillo, yeso y cemento blanco, sin necesidad de hormigón armado. No obstante, la bóveda del panteón está calculada incluso frente a posibles terremotos gracias a la rigidez de sus curvas y a la incorporación de haces de varillas de fibra de vidrio en sus arranques, que permiten absorber los esfuerzos rasantes.

El peso total de la bóveda construida asciende aproximadamente a 12,5 toneladas, una cantidad insignificante frente a un panteón tradicional con muro de ladrillo y forjado de hormigón que habría pesado entre 15 y 20 veces más (entre 190 y 250 toneladas) para albergar el mismo volumen. Estos números revelan tanto la economía de energía y material como la versatilidad de la bóveda tabicada frente a otras construcciones habituales.