or alguna razón que el cronista no acaba de entender el Villarreal suele tropezar contra rivales menores cada vez que alcanza a registrar una buena racha de juego y victorias. Acaba de ocurrir ahora mismo con las derrotas ante el Levante y el Celta, más el empate frente a Las Palmas. Con los tres resultados negativos, seguidos, se ha tenido la virtud de pasar del inopinado liderazgo a ocupar el quinto puesto en la clasificación de Primera División que, visto con alguna objetividad, no es un puesto en absoluto deplorable, pero siembra dudas respecto de la regularidad de un equipo producto de una plantilla formada por profesionales solventes.

Tan es así que todos, del último aficionado al primer directivo, entendimos que el submarino amarillo afrontaba el campeonato de Liga 2015/16 con un plantel superior a la media de las últimas temporadas, lo que entendimos confirmaban los resultados de los primeros partidos hasta que, de pronto, la racha se quebró para entrar en un socavón de difícil explicación.

¿O las rachas no existen? En el Villarreal lo que sí existen son las lesiones y no se refiere uno a las lesiones producidas por golpes o caídas complicadas tal que las de Sergio Asenjo o Mateo Mussachio, que esas sí son gajes del oficio, sino a las musculares que parecen abonadas a estropearle el pasodoble al clube de FR cada vez que consigue un lugar en la tabla considerado por encima de sus posibilidades.

Se supone que los entrenamientos, las recuperaciones, las tan queridas rotaciones por parte del entrenador y, sobre todo, la cantidad y calidad generalizada de los profesionales que componen la tripulación del submarino y también, cómo no, el todavía escaso tramo de las competiciones disputadas, no tendrían por qué haber cargado en exceso la musculatura de seres jóvenes, preparados para el ejercicio de una profesión que es a la vez deporte que a mayor abundamiento ha realizado una etapa de preparación física eficaz, puesto que está dirigida y realizada por profesionales, probablemente de titulación universitaria.

Todo lo anterior sea dicho supuestamente, porque también supuestamente el peor rival del Villarreal en las últimas temporadas, como en la actual, son las lesiones. También supuestamente el central Mussachio debe estar finalizando su puesta a punto según cuentan los compañeros que tienen el deber de seguir los entrenamientos para contarlo después en los medios.

A uno le gustaría que la pregunta que queda implícita en lo escrito hasta ahora en esta columna no fuera considerada retórica, sino que fuera contestada desde el club para desmentirla, estadística en mano, y reafirmarse así en que también la generalidad de los equipos con los que el Villarreal compite están en la misma o parecida situación. Son gajes del oficio y así será si así parece.