Lo de la pasada temporada ante el Sevilla fue una masacre. Sin más. Palmatoria tras palmatoria, de todo tipo y para todos los gustos. Solo faltó la sangre y las vísceras para que el equipo de Unai Emery se hubiera convertido en una suerte de jauría de muertos vivientes, ahora que se lleva eso de los zombies. Encarnizados con esos chavales con cara de buenos chicos y con pinta de Boy scouts que eran los del Villarreal. Ellos que salían al césped a tocarla mejor y jugar al fútbol, les dieron «pal pelo» en cada uno de los diferentes partidos. Como en las películas de miedo: Todos corriendo por el césped y aquellos cazándolos sin piedad para meterlos en la olla.

En una les ganaron de forma injusta en el último minuto y de penalty , que duele más. En otra aprovechando dos pelotazos largos que un par de zamarros como M'Bia e Iborra se comieron para merendar, y de paso a media defensa del Villarreal. De por medio se los cargaron de la Europa League a penas sin despeinarse al más puro estilo Charles Manson . Terrible oigan. De pesadilla. Solo faltaba Fredy Krueger de extremo diestro y Jason de media punta. Emery parecía el científico loco de reanimator: resucitaba al Villarreal tan solo para volver a ensañarse con él varias semanas después. Para colmo este sábado regresan de nuevo al Madrigal, que es algo así como el castillo del terror cuando lo visita el Sevilla en las últimas temporadas. Y no podían elegir peor fecha. La noche de Halloween , la previa de difuntos de toda la vida. Del día de los muertos en México, para que Jonathan dos Santos lo entienda. Con este percal no me extrañaría que el saque de honor lo haga un gato negro o que Marcelino obligue a Bakambu a jugar con una ristra de ajos. No sé si evitaría vampiros o malos espíritus, pero con que no se lesionara ya nos daríamos con un canto en los dientes. Y es que los de las lesiones, para qué le voy a contar, ya es de paranormal activity. Ya solo falta que la ducha del vestuario del Madrigal se convierta en la de psicosis y les ataque la madre de Norma Bates.

Tras este repaso a parte del género, esperemos que el del sábado sea solo un partido de fútbol sin mas incidencias. O mejor: sin incidencias. Eso es que el Villarreal acabe con 11, que el césped este practicable (que lo estará), y que bien se gane, empate o pierda, sea por méritos o deméritos única y exclusivamente deportivos. Que de incidencias negativas para los más complacientes, excusas para los más críticos, ya hemos andado servidos en las últimas semanas. De momento, y cuentos al margen, la única historia para no dormir es el hecho de que los encargados de generar juego, desbordar y crear zozobra en la defensa contraria no están. Y por supuesto que se les espera . Comenzaron bien Nahuel y Castillejo, pero su bajón en las últimas semanas no ha servido para que ni Samu, ni Denis (aunque apunta detalles) hayan tomado todavía el testigo. Y falta hace. Lo de la delantera merece mención aparte. Sale más cuenta ser legionario o estar tapadito. El que apunta a despuntar se lesiona. Dos partidos buenos y a la cazuela. Sea como fuerte no hay mal que 100 años dure, de la misma forma que le liderato fue mucho más efímero de lo que hubiésemos imaginado. El sábado esperemos que no haya ni susto ni muerte, y que Boris Karloff y Bela Lugosi se queden en la calle Betis tomando unos finos en vez de viajar al Madrigal . Al todavía Madrigal.