Más allá de la victoria, que era necesaria y se agradece, la mayor satisfacción del partido de ayer para el Villarreal es que el equipo recuperó su identidad. Los amarillos se mostraron serios en defensa, valientes y seguros en lo anímico y peligrosos con muy poco en lo ofensivo. Mario y Bakambu permitieron que el submarino volviese a sumar tres puntos, después de dos derrotas y un empate, aunque hubo que sufrir al final con el gol de Llorente. Ahora mismo los amarillos se encuentran en puesto de Champions, cuartos igualados a puntos con el Atlético de Madrid y, sobre todo, se sacaron de encima el fantasma del Sevilla que había ganado los cuatro duelos directos de la pasada temporada.

Las lecciones están para aprenderlas. Marcelino aprendió la pasada temporada que para enfrentarse al Sevilla hay que, como mínimo, igualarle en intensidad. Los hispalenses, sin desplegar un juego deslumbrante ni mostrar una superioridad abrumadora sobre el terreno de juego, vencieron la temporada pasada los cuatro encuentros en los que se midieron a los castellonenses. El técnico asturiano demostró ayer que se sabía la lección y consiguió que su equipo mostrara carácter y determinación contra un Sevilla que, en casi todo el partido, se vio desarbolado por la fe y la fortaleza de carácter del Villarreal.

Saltó al terreno de juego el equipo amarillo con un once con el que Marcelino demostraba que la superioridad física del Sevilla no iba a condicionar su juego. Al final, optó por sentar a Pina y reducir altura y músculo para apostar por el talento y la creatividad de Trigueros. En la derecha apareció Jonathan dos Santos y atrás pudo formar con la defensa de gala, tras recuperar a Bailly que no jugó en Las Palmas por sanción. Delante Soldado y Bakambu le aportaron al equipo un plus de garra y competitividad que se echó de menos la pasada campaña a la hora de jugar contra el Sevilla.

En el lado andaluz, el Sevilla echó de menos de manera muy dolorosa a Banega. Se mostró desnortado el equipo de Emery sin la guía del argentino. No supo cubrir su baja Krohn-Dehli y la estrategia clásica del técnico guipuzcoano de imponerse por la fuerza y la altura, con Iborra de mediapunta y el trabajo de Krychowiak en el centro del campo no funcionó.

Desde el arranque, se evidenció que la dinámica era distinta a la habitual en la pasada temporada. Dominaba el Villarreal y, en las bandas, Denis Suárez y Jonathan desbordaban a los laterales sevillistas. Cuando se desperezaba el duelo, el gallego se marchó de Coke y alcanzó la línea de fondo. Su centro fue repelido por la defensa, pero Bruno ensayó una volea en el área que forzó a Sergio Rico a emplearse a fondo.

Tras el empuje inicial amarillo, el Sevilla consiguió nivelar el duelo. Entre el minuto 10 y el 20, los hispalenses agobiaron a la defensa amarilla, aunque sin precisar ocasiones de gol. La superioridad física de Iborra y la velocidad de Gameiro permitieron alguna penetración en el área y dejaron una acción polémica, un posible penalti sobre el francés por parte de Víctor Ruiz.

Pero cogió la responsabilidad Jonathan de cambiar las cosas y el mexicano, en la diestra, desquició a Tremoulinas y encerró al Sevilla, que se veía desvestido por un Villarreal que creía en sí mismo. Ahí apareció la figura de Mario que primero contabilizó una ocasión con un cabezazo dentro del área y después adelantó al Villarreal en una acción de fe.

Un saque de esquina de Denis Suárez en el minuto 25 dejó al esférico con vida en el área pequeña. Iborra demostró que el Sevilla sufría falta de concentración porque no supo despejar el peligro, Mario conquistó el Dorado y con la puntera batía a Sergio Rico.

Sufrimiento hasta el final

El Villarreal supo gestionar la ventaja conseguida. Atacó en los momentos claves y se replegó cuando tocaba pero, a pesar de su impecable planteamiento táctico, tuvo que sufrir hasta el final. Y eso que, en el primer tramo de la segunda mitad, los amarillos empequeñecieron a su rival. El submarino desbordaba en las contras y en una de ellas, tras un robo de Soldado, Mario apareció para apurar banda y centrar. En el desconcierto defensivo del Sevilla, el balón llegó a Denis Suárez que cedió a Bakambu. El franco-congoleño empujó a las redes y logró su cuarto tanto en Liga.

Pero los de Emery todavía no habían entregado la cuchara. Además el Villarreal vio como se lesionaba Bakambu y comenzó a mostrarse vulnerable al retrasar su posición. También se tuvo que retirar Bailly con problemas físicos que dejó su lugar a Bonera, encargado de defender la cueva en los últimos minutos junto a Víctor Ruiz. Fue entonces cuando Emergió la figura Konoplyanka por la izquierda que, junto a la entrada de Llorente, generó el peligro que no había existido hasta entonces. Se lesionó Gameiro y el Sevilla tuvo que acabar con diez hombres, tras haber hecho los tres cambios. Pero fue con esa desventaja cuando Llorente cabeceó a gol un centro de Konoplyanka que había dejado sentado a Mario. Todavía quedaba un cuarto de hora para el final de la contienda y tocaba sufrir.

Aunque Denis Suárez estrelló un balón en el larguero, el Sevilla asfixió a su rival en la recta final. Casi igualó Konoplyanka, erigido en faro del ataque visitante, y Llorente tuvo el empate en el descuento, tras un saque de esquina, pero su remate dio en su compañero N'Zonzi. Al final el Villarreal respiró y alejó el fantasma del Sevilla. Ahora a pensar en el Dinamo de Minsk y en el Barcelona.