Las hermanas de la joven asesinada en el crimen de Càlig, en el que también murió un hombre, han declarado hoy que el empresario gallego acusado de haber ordenado la muerte de ésta la controlaba 24 horas, la obligaba a mantener relaciones sexuales y la amenazó con matarla si rompía la relación.

El acusado de haber contratado al sicario a instancias del empresario, que ha prestado hoy declaración, ha reconocido haber tenido algún contacto con aquel pero ha insistido en que no tiene "nada que ver" ni ha "encargado nada ni contratado a ningún sicario".

Las hermanas de la víctima, la madre y el sicario han declarado hoy como testigos en el juicio con jurado que comenzó el viernes en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Castellón, en el que también ha declarado hoy el acusado de haber hecho de intermediario entre el empresario gallego y el sicario para matar a la joven.

En la madrugada del 11 al 12 de junio de 2005, según el relato de los hechos del Ministerio Fiscal, la víctima y su hermana menor sufrieron un accidente de tráfico cuando volvían de Vinaròs a Càlig y unos amigos acudieron a ayudarlas.

La víctima y uno de estos jóvenes fueron al domicilio de éstas en Cálig y allí el sicario, que fue condenado y cumple una pena de 44 años por estos hechos, junto a otras personas no identificadas, acabaron con las vidas de ambos con un arma de fuego.

Las hermanas de la víctima han explicado hoy que ésta ejercía la prostitución en Cuba y cuando aún era menor de edad conoció al empresario gallego, con quien empezó una relación y quien le prometió una vida mejor en España.

La joven accedió y, según el relato de las testigos, éste le proporcionó una vivienda en Benicarló, un coche y un trabajo.

Pero, han explicado, cuando la víctima decidió que no quería continuar con la relación sentimental con el empresario éste se negó y la acosaba y controlaba de manera férrea las 24 horas del día, trajo a su hermana y su madre desde Cuba para mantenerla junto a él e incluso la obligaba a mantener relaciones sexuales.

Las hermanas de la víctima han relatado que la amenazaba y le decía que "iba a terminar tirada en un barranco asesinada y prostituida".

El empresario ha sido descrito como un "celoso obsesivo-compulsivo" quien incluso "colocó micrófonos en la vivienda" y grababa las conversaciones telefónicas de la joven y su hermana menor.

Las hermanas han asegurado que la víctima no denunció porque tenía miedo y por las influencias que tenía el empresario tanto en Cuba como en España.

Han hecho referencia también a la carta que escribió su hermana catorce meses antes del crimen, en la que advertía de que si le pasaba algo a ella, el responsable era el empresario.

El acusado de haber contratado al sicario, por su parte, ha reconocido que le conoció en prisión cuando cumplía sentencia por otro asunto, aunque ha dicho que no tuvo relación con él "ni dentro ni fuera de prisión".

A preguntas sobre el registro de varias llamadas telefónicas entre él y el sicario, el procesado ha dicho que "puede ser" que hubiera recibido una llamada pero él no recuerda haber contestado, aunque pudo hacerlo "alguien en la recepción del gimnasio" del que es propietario.

Sin embargo ha negado haber entregado dinero al sicario o haber estado nunca en Càlig, en Benicarló o en Vinaròs, así como haber visto nunca al empresario gallego.

El sicario, que ha declarado desde la prisión por videoconferencia, ha manifestado que no recuerda conocer a la persona que supuestamente le contrató para cometer los crímenes y ha negado recibir encargo alguno al respecto.