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El deporte durante el embarazo

El ginecólogo Juan José Hidalgo ensalza la gestación activa y destaca los múltiples beneficios de la práctica del deporte para la mujer

Lejos ha quedado la concepción del embarazo como un proceso casi de enfermedad que trascurría, poco más o menos, en un absoluto reposo. La investigación y los avances en el campo de la ginecología han demostrado que un embarazo activo, no solo aporta beneficios a la futura mamá, sino también al feto. El especialista en Ginecología y Obstetricia en el Hospital Comarcal de Vinaròs, Juan José Hidalgo, así lo puso de manifiesto en su participación durante el Congreso Nacional Mujer y Deporte celebrado en la Universitat Jaume I (UJI) de Castelló, donde hizo un breve repaso sobre los cambios fisiológicos que se producen en el embarazo y su relación con la práctica de ejercicio físico durante la gestación.

En principio, sí. Cualquier mujer embarazada sana y con un embarazo de curso normal sin complicaciones puede realizar ejercicio físico durante la gestación. Desde luego, según Hidalgo, esto se debe matizar en algunos aspectos, además de tener en cuenta determinadas situaciones concretas. El ejercicio que realice una embarazada sana debe ser de intensidad moderada (lo que sería equivalente a caminar a una velocidad de 4-6 km/hora), durante 30-45 minutos al día y cuatro o cinco días a la semana. «En cualquier caso, se deberían tener en cuenta determinados aspectos individuales a la hora de planificar un programa de ejercicio físico para cada embarazada y consultar con su ginecólogo previamente a iniciar la actividad», añade el experto.

Por una parte, se deben valorar aspectos como el periodo de embarazo (no es la misma situación física de la embarazada ni los riesgos en la semana 8 de embarazo que en la 32), los riesgos individuales de cada mujer por posibles patologías previas o complicaciones que hayan podido producirse durante el embarazo, el hábito de ejercicio físico y el nivel de entrenamiento previos al embarazo o las preferencias de cada mujer. También, aspectos como el tipo de ejercicio que se debe y puede realizar, la intensidad de la actividad física que puede alcanzarse, la duración de cada sesión y la frecuencia.

Los beneficios de realizar ejercicio físico durante el embarazo son múltiples. Según, Hidalgo, además de lograr una mejor condición física materna y una mejoría de la propia imagen corporal, se ha visto que las mujeres que practican actividad física regular durante la gestación controlan mejor la ganancia de peso propia del embarazo, presentan una mejor tolerancia a la ansiedad y la depresión y muestran un mejor proceso de parto. Además, «el parto en las mujeres que practican ejercicio físico de forma regular suele desarrollarse de forma más natural y con menor intervención obstétrica que en las que no lo hacen, probablemente porque el proceso estará favorecido por una mejor condición física en un momento de gran exigencia cardiorrespiratoria y muscular para la mujer», añade el ginecólogo. También se ha observado que puede ser menos doloroso «por el mayor nivel de endorfinas endógenas que muestran las mujeres que realizan actividad física, además de por una mayor tolerancia al esfuerzo físico y al estrés».

Respecto a los beneficios en el neonato, probablemente, este sea el aspecto menos estudiado del tema aunque, tal como apunta el doctor Hidalgo, se han publicado algunos estudios que apuntarían a un menor riesgo de desarrollo de obesidad y alteraciones metabólicas durante la infancia y a un desarrollo psicomotor más favorable en los hijos de aquellas mujeres que realizaron ejercicio físico durante el embarazo. «En cualquier caso, este es un terreno que todavía se debe estudiar bastante más ampliamente», asegura.

Hidalgo resalta que también existen algunos beneficios adicionales «muy importantes» para mujeres embarazadas que presentan determinados problemas o patologías. Por ejemplo, algunos de los más estudiados son los que obtienen las mujeres con riesgo o con diagnóstico de diabetes gestacional (una de las patologías más frecuentes durante el embarazo), al haberse demostrado que, complementando al tratamiento dietético, la práctica de ejercicio físico por estas pacientes supone un menor riesgo de desarrollar la enfermedad, un mejor control metabólico o una menor necesidad de tratamiento con insulina.

El especialista en Ginecología y Obstetricia, Juan José Hidalgo, apunta que lo adecuado durante un embarazo normal es combinar ejercicio aeróbico, para lograr una mejoría cardiorrespiratoria, con un programa de entrenamiento musculoesquelético dirigido a mejorar la flexibilidad y conseguir el fortalecimiento muscular. Dentro del primero son muy recomendables actividades como caminar, la bicicleta estática y la natación. En el segundo, el yoga y el pilates pueden ser beneficiosos, sin olvidar que pueden realizarse rutinas de levantamiento de peso, siempre con una supervisión adecuada.

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