Un punto. Un buen punto arrancó el Villarreal B de su visita al campo de Son Malferit, donde allí el titular es el Atlético Baleares, un equipo hecho a base de talonario, con gente experimentada y donde los equipos que visitan su terreno suelen sufrir una barbaridad porque las reducidas dimensiones del rectángulo de juego hacen sufrir a los visitantes. Tuvo poder de reacción el equipo de Paco López. Empezó sufriendo y acabó mandando. El gol del central Pablo Iñiguez se antoja poco botín para el trabajo realizado por la escuadra vila-realense.

De inicio, los baleares tomaron el control. Quince minutos. Fue el tiempo que le costó al filial groguet acoplarse al escenario que se le presentaba. Fue hacerse con el control de la situación y encajar el 1-0. Superado el cuarto de hora. Rubén Jurado, muy activo, se aprovechó de un balón suelto para superar al guardameta Aitor Fernández. Un gol que hizo reaccionar al conjunto de la Plana Baixa. Se empezó a aproximarse a la portería defendida por Pliquett.

El Villarreal B afrontaba este encuentro con notables bajas. Las tres de siempre más la del mediocentro madrileño Pablo Larrea, que en las últimas jornadas se había ganado la titularidad en la parcela ancha de campo, exhibiendo casta, garra, a la vez que dotaba de mucho equilibrio a la medular, siendo un buen sustituto del ruso Anton Shvets.

Antes del descanso llegaría el empate. Fue a la salida de un saque de esquina, en rechace le llegó al central burgalés Pablo Iñiguez que envió el cuero al fondo de las mallas. Su primero gol en años, y bienvenido sea éste porque fue un gol que metió de lleno en el partido al filial, que acabó la primera parte llevando la voz cantante y perdonando el 1-2.

Tras el descanso más de lo mismo. Dominio del Villarreal B ante un rival que no supo imponer su fútbol de base y de garra. Con el paso de los minutos los de Paco López apretaron la portería local, que si hasta ayer era quinto era por algo, por ser un rival muy incómodo y duro de pelar, en especial en Son Malferit. Luego, en el 90, con la expulsión de Alfonso Pedraza los baleares apretaron más, pero su intento quedó en nada.