El juicio por el doble crimen de Càlig, en el que fueron asesinados la joven Yalennys Valero y su amigo Juan Manuel Mata en 2005, concluyó ayer en la Audiencia Provincial de Castelló en una jornada tensa en la que familiares y amigos de las víctimas increparon a los acusados los cuales se declararon inocentes en su último turno de palabra.

Después de la declaración de más de 40 testigos y siete jornadas, el magistrado presidente levantó la sesión para que hoy los once miembros del jurado comiencen la deliberación hasta alcanzar un veredicto.

Las dos personas procesadas, el empresario gallego acusado de ordenar la muerte de su examante y el acusado de ser el mediador entre el empresario y el sicario, tuvieron ayer la oportunidad de pronunciar sus últimas palabras en el juicio.

El empresario pidió perdón a su familia, a sus hijas y «especialmente» a su mujer -la cual le ha acompañado en todas las sesiones del juicio- por «el daño y el sufrimiento causado por todo lo que han escuchado en este proceso. Ellos saben que no he participado y soy ajeno a todo esto».

Por su parte, el segundo de los procesados responsabilizó a la prensa por «haber aguantado 9 años utilizando la palabra presunto en sus informaciones y haberme condenado», al tiempo que aseguró «no haber tenido nunca nada que ver con estos hechos».

Durante la sesión de ayer, la acusación en representación del joven asesinado y las dos defensas de los acusados presentaron sus conclusiones ante el jurado y el magistrado, como ya hicieron el Ministerio Fiscal y la acusación de la joven.

El fiscal modificó la pena que pidió inicialmente -en la que solicitaba 52 años de prisión para cada uno- y pidió el viernes 40 años para el empresario gallego y dos posibles penas para el mediador: 34 años si el jurado estima que solo actuó de intermediario o 52 si se considera probado que participó directamente en los asesinatos.

Abogado de la defensa

El abogado del joven fallecido se refirió a la relación entre el empresario y la víctima como un caso claro de violencia de género y de «explotación sexual en toda regla».

La intención del empresario, agregó, «era matarla sin importarle lo que se llevaba por delante», ya que el joven que la acompañaba «solo intentaba ayudar a una amiga y encontró la muerte».

Por su parte, la defensa del empresario afirmó que su cliente y la víctima «sabían lo que había entre ellos» y él «tenía su familia y su trabajo y ese era un proyecto a corto plazo que no podía durar toda la vida».Asimismo, se mostró de acuerdo con la declaración de uno de los testigos quien manifestó que el empresario «era un putero y un mujeriego pero no un asesino». Por último, el letrado del supuesto mediador mantuvo que no ha quedado probado que hubiera llamadas entre el sicario y su cliente, ni que éste haya estado presente en el lugar de los hechos. Sobre la reunión que mantuvieron los dos procesados ha insistido en que fue por un negocio inmobiliario y se ha preguntado si ese encuentro es suficiente prueba para dictar un veredicto de culpabilidad.

A la salida, más de una veintena de personas esperaron los acusados portando carteles que mostraban las fotos de las dos víctimas.