Ningún restaurante de Castelló puede presumir de estar ubicado en unas instalaciones con más de 150 años de antigüedad. Lino Sanchis, gerente de la marca Línia Gastronómica, es el responsable de despertar todos los sentidos en el Casino Antiguo de la capital de la Plana, tan cerca y quizás tan lejos de las opciones de los castellonenses para almorzar. Porque seguro que más de uno sitúa al restaurante del Casino Antiguo como un local para eventos culinarios que van más allá del almuerzo, pero lo cierto es que por cinco euros la opción de tomarse un bocadillo 'delicatessen' acompañado de aceitunas, bebida y café arábiga está al alcance de todos en plena Puerta del Sol.

Desde las 9 de la mañana el restaurante hornea su propio pan para tenerlo en las mejores condiciones a la hora del almuerzo. Unos 'bocatas' con productos al corte que permiten ofrecer al cliente productos de la tierra e ingredientes elaborados para que el almuerzo sea un momento de disfrute. Pero, como recuerda Lino Sanchis, almorzar en el restaurante del Casino Antiguo, no solo a socios sino todos los ciudadanos, es abrir una puerta a platos que cubren las expectativas de los paladares más exigentes.

Para almorzar puedes quedarte en el bocadillo y también acceder a una gran variedad de tostas que aparecen en la carta, así como tortillas individuales al gusto del consumidor. Algunos de los que más se piden son los de tortillita de ajos tiernos o el de lomo ibérico con queso gratinado, destaca Sanchis.

Pero ir al restaurante del Casino Antiguo, que tiene una terraza en un emplazamiento único, supone poder optar para almorzar por propuestas más especiales, como sardinas de bota con pimientos y huevos fritos, o platos para el disfrute, como manitas de cerdo, caldereta de langosta a la americana o cazuelas de alubias rojas, todas ellas por encargo. Un grupo de jubilados, recuerda Lino Sanchis, se hace un «homenaje» una vez al mes y queda para almorzar a lo grande. «El último fue unas manitas de cerdo que acabaron con ous fregits en la misma caldereta», resalta.

Los clientes son socios, pero también trabajadores de la zona y gente de paso. Entre ellos también aparecen amas de casa con niños que vienen a la terraza a tomarse un cortado y una tosta de pan o bollería.